Apenas un año después de "Carmen y Lola" (Arantxa Echevarria, 2018) Netflix se suma a esa ola con "Elisa y Marcela". Luego se quejarán cuando a ciertas cintas de la plataforma les colocan esa incomoda etiqueta de ´la (tal peli) de Netflix´. Es que parece que siempre van a rebufo.
Cuando los yankees estrenan, en un corto espacio de tiempo, dos películas sobre ataques terroristas a la Casa Blanca, con el presidente como cebo y un lobo solitario como héroe, véase "Objetivo la Casa Blanca" (Antoine Fuqua, 2013) y "Asalto al poder" (Roland Emmerich, 2013), ponemos el grito en el cielo ante la notable falta de originalidad en la meca del cine. Cuando lanzan tres sobre Hércules: “Hércules, el origen de la leyenda” (Renny Harlin, 2014), “Hércules” (Brett Ratner, 2014) y “Hércules reborn” (Nick Lyon, 2014), tres cuartos de lo mismo. Y creo, sin ánimo de ofender, que cuando España se contagia de esa misma afección, hay que hacer lo propio y afearlo. Y por favor, no nos excusemos en la trascendencia de lo narrado. Ya se que abordar la homosexualidad en entornos hostiles y retrógrados es infinitamente más relevante y necesario que un ataque al presidente norteamericano o un héroe mitológico, pero eso no es óbice para callar la crítica.
Dicho lo anterior, mi pedrada personal, vamos al tema central de la review. "Elisa y Marcela" es un drama sobre la homosexualidad y sus consecuencias en la España rural de finales del XIX y principios del XX. Todo con un puntito rocambolesco, aunque una Isabel Coixet nada dada a lo rocambolesco se empeñe en esconderlo, cual vergüenza, bajo el faldón del blanco y negro. "Elisa y Marcela" con un Pedro Almodóbar al frente creo que habría resultado más acertada, pero en la cineasta catalana no ha encontrado el producto su engranaje perfecto.
A "Elisa y Marcela" le falta pasión, le falta emoción, le falta rabia; tres sentimientos que sí contagian a las protagonistas de la historia, pero que Isabel Coixet no visibiliza en ningún momento. Todo acaba resultando demasiado desangelado, demasiado de catálogo de centro comercial. Y al final hasta el reparto acaba contagiándose de esas particulares señas de identidad de Isabel Coixet que hoy se han tornado enemigas del film. En las arriesgadas y tórridas actuaciones de Natalia de Molina y Greta Fernández hay arcilla para modelar las mejores interpretaciones del 2019 cinéfilo. Un año, a día de hoy, bastante paupérrimo a ese respecto; tanto nacional como internacionalmente. Pero al final esa arcilla no se ha aprovechado y nos hemos quedado en un podría de manual. Lugar en el que se queda la obra en general.
En definitiva, "Elisa y Marcela" nos muestra a una Isabel Coixet post-Goya demasiado acomodada.