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España España · www.elotrofanboy.com
Voto de Blanch:
7
Comedia. Drama Siete años después de lo acontecido en "Pequeñas mentiras sin importancia", angustiado y al borde de la depresión, Max (François Cluzet) decide pasar solo un largo fin de semana en su casa de la costa. Pero sus viejos amigos Eric, Marie, Vincent, Isabelle y Antoine han planeado visitarle para darle una fiesta sorpresa de cumpleaños. Una oportunidad para ponerse al día después de mucho tiempo separados, y de paso para comprobar qué queda de su amistad. [+]
12 de octubre de 2019
17 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
En la primavera de 2011 llegó a los cines españoles 'Pequeñas mentiras sin importancia' bajo el eslogan de “la película del año en Francia”, que no deja de ser una variante de ese chiste recurrente en el que se ha convertido la frase promocional de “la comedia francesa del año”. La película destacó por la habilidad de su director y guionista, Guillaume Canet, de alternar drama y comedia al contar lo que ocurría con un grupo de amigos cuando se iban de vacaciones a la playa pese a que uno de ellos se encontrase grave en el hospital tras sufrir un accidente de tráfico. Inmadurez, inseguridades, miedo al compromiso y demás estigmas de la crisis de la mediana edad se daban cita en un film que, pese a durar dos horas y media, entraba muy fácil y concluía con un lacrimógeno final. Nueve años después de su exitoso estreno galo, nos llega su secuela, titulada 'Pequeñas mentiras para estar juntos' (Nous finirons ensemble). Puede que nadie la pidiese, pero cualquier fan de la película original la acogerá con los brazos abiertos.

Toda la banda original está de vuelta y aún así, parece que la cosa no fluye durante los primeros minutos. Probablemente sea algo deliberado, porque poco después descubriremos que se han producido más desencuentros que encuentros entre ellos durante los últimos años. Igualmente, Max (François Cluzet), el atento anfitrión, no recibe con alegría a sus amigos porque esconde un secreto que no quiere compartir con ellos. Las mentiras, verdades a medias, rencores y confabulaciones vuelven a marcar la dinámica de esta cuadrilla, que esta vez además tiene que descubrir si la amistad que les une sigue siendo sincera y valiosa pese a las distancias físicas y emocionales que les separan. Tras superar la incomodidad inicial, la película no tarda en encauzar la comedia y el drama con tanto tino como su precedente, con el impulso de un elenco cómplice y con química que genera ese sentimiento familiar que se produce en los reencuentros con viejos amigos en los que parece que no ha pasado el tiempo.

No obstante, aunque Canet ha conferido de una evolución inesperada pero coherente a la mayoría de los personajes, no resuelve la mayoría de las tramas de forma satisfactoria. Mientras unas se quedan en el aire, otras, como la de Marion Cotillard, se valen de situaciones forzadas para provocar un desenlace obvio al que se podría haber llegado de una manera más honesta y menos “peliculera”. Con todo, Canet ha conseguido sacar adelante una continuación de su mayor éxito profesional como director que no se siente ni gratuita ni hueca de contenido. Continúa profesando amor por sus personajes y por los actores que los interpretan mientras se aborda la crisis de una mediana edad más madura, volviendo a celebrar la amistad como bálsamo de todos los golpes que da la vida.
Blanch
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