Narra la historia de Orín, una GOZE, término japonés que define a las mujeres con discapacidad visual, muchas de las cuales se dedicaban a la música y, habitualmente, abusaban de ellas.

Como positivo: me ha gustado mucho saber sobre las GOZE. Igualmente, la dirección artística y el vestuario acompañan al conjunto muy bien. Incluso en algunos momentos, la actuación de la protagonista, Shima Iwashita (esposa del director, por cierto), llega a enternecer.

Sin embargo, la historia no atrapa, es sumamente lenta y resulta aburrida.