No sé qué sentido tiene realizar una película que es una copia casi exacta de la que se hizo hace un par de años, que no aporta nada excepto una par de cambios estúpidos en la parte final, y unas cuantas lucecitas más en la sala de llamadas.

Esto es un fraude. El señor Pizzolatto es un jeta; nadie medianamente decente se atrevería a firmar un guion que no es más que una traducción del danés original. ¿Y qué decir de nuestro amigo Antoine? Un prepotente que lleva prácticamente toda su carrera haciendo el ridículo, intentando recuperar el nivel de un thriller más bien tirando a mediocre que rodó hace ya veinte años.

Y llegados a este punto hay que preguntarse sobre la deriva del cine actual. A falta de pruebas que indiquen lo contrario, la industria está entrando en una peligrosa dinámica donde la baja calidad es la norma habitual, muy parecido a lo acontecido en los ochenta, donde tan solo un puñado de películas podían salvarse de la quema cada año.

Interpretación correcta del protagonista.