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Voto de Cinemagavia:
6
Drama San Bernardo, Chile, justo antes que Allende asuma la presidencia, en una noche de borrachera, Jaime, un joven de 20 años solitario y narcisista acuchilla a su mejor amigo, El Gitano, en un aparente arrebato pasional. En la cárcel conoce a El Potro, un hombre mayor y respetado a quien se acerca necesitado de protección, ternura y reconocimiento. Jaime se convierte en El Príncipe y descubre el amor y la lealtad mientras asiste a la ... [+]
7 de marzo de 2020
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
*Un drama carcelario a ritmo de bolero

El bolero titulado Ansiedad compuesto por José Enrique Sarabia en 1955, sigue siendo una canción inigualable para reflejar la pulsión visceral que surge de la pasión amorosa. La película El Príncipe vuelve a utilizarla para contar esta historia. El director chileno Sebastián Muñoz, en su ópera prima, se centra en los ambientes y en las sensaciones, dejando un poco de lado la historia. Tras un crimen pasional al que pone banda sonora el bolero citado, nos adentramos junto al protagonista tras las rejas de una cárcel salvaje donde deberá encontrar su sitio.

Son esos primeros 20 minutos lo mejor de la película. La escenografía resulta creíble y el manejo del suspense es asfixiante. No en vano, Muñoz es también director de arte y eso se nota en la creación de ambientes. Muchas de sus imágenes transpiran. El espectador puede notar el sudor, los olores, el calor… Es una película muy sensorial en ese sentido. Sin embargo, la historia está llena de tópicos carcelarios y suele confundir la naturalidad con la necesidad epatante de lo transgresor.

*La sexualidad homosexual en primer plano

Tras esa excelente introducción en los códigos del drama carcelario clásico, conoceremos a los personajes y el rol que desempeñan dentro del microcosmos existente en esa prisión. Un retrato milimétrico que pronto se torna confuso en su narrativa temporal fragmentada en pasado y presente. Se nos muestran detalles del pasado del protagonista y que es lo que le llevó a cometer su crimen. La película se convierte en un apología queer que abusa de las escenas de contenido sexual explícito, en muchas ocasiones no aportan nada nuevo en el perfilado de sus personajes.

La naturalidad inicial con la que se trata la sexualidad homosexual acaba siendo una excusa para incomodar o impactar al espectador con imágenes que no se suelen ver en una pantalla de cine. Hay planos y momentos gratuitos. El filmar constantemente penes y masturbaciones en primer plano no te hace ser más liberal y moderno. Lo único que logra es esquematizar a lo más primario las relaciones personales de los protagonistas, perdiendo el hilo argumental y concentrándose en lo puramente físico y corpóreo. La soledad que sienten y su necesidad de afecto quedan entonces en un segundo plano. El Príncipe tiene también un desenlace bastante previsible, pero totalmente coherente.

Conclusión

El Príncipe es un drama carcelario chileno que muestra sin tapujos las relaciones homosexuales dentro de una prisión. Se basa en la novela homónima de Mario Cruz y es la ópera prima como director Sebastián Muñoz, afamado director de arte en su país. En una Chile pre-Allende, la prisión se convierte en un microcosmos donde se combina la lucha por el poder y las relaciones de dependencia entre los presos.

El Príncipe es un film más sensorial que narrativo. Tiene unos primeros 20 minutos magníficos y posee una gran creación de ambientes sórdidos, sin embargo, cae en la reiteración y en el abuso de secuencias de sexualidad explícita que no siempre son necesarias. El reparto realiza un trabajo francamente destacable, en especial, Juan Carlos Maldonado, Alfredo Castro y Gastón Pauls.

Escrito por Daniel Farriol
Cinemagavia
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