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Voto de davilochi:
8
7,7
9.296
Drama
Buenos Aires, 1983. En los últimos años de la dictadura militar argentina, una acomodada profesora de historia comienza a tomar conciencia de lo ocurrido en ese periodo. Sus sospechas sobre los oscuros asuntos de su marido y una Abuela de Plaza de Mayo que busca a su nieta son los motivos que la llevan a replantearse "la historia oficial". (FILMAFFINITY)
17 de junio de 2011
9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
ALICIA. Nos encontramos ante una mujer de extracción burguesa que ha vivido los años de la dictadura al margen de la realidad en la seguridad proporcionada por una buena posición social y económica. Las primeras secuencias de la película nos dan una idea bastante clara de ese aislamiento al escuchar en casa de Alicia y Roberto, su marido, la radio dando cuenta de los problemas sociales y políticos que azotan el país, sin embargo para la protagonista se trata de una lejana letanía cuyo contenido es incapaz de percibir con claridad. De hecho, esta realidad paralela construida por la burguesía argentina se pone de manifiesto en las reuniones que Alicia mantiene con sus amigas, donde salta a la vista su bienestar económico frente a la pobreza y la grave crisis que tenía que enfrentar una buena parte del país. Tenemos que pensar en el impacto que pudo causar en muchos espectadores argentinos el visionado de este tipo de escenas desde su experiencia vital individual y colectiva. En cualquier caso, la interiorización del dogmatismo y la moral oficial por parte de la protagonista se pone de manifiesto en el momento en que Alicia, profesora de historia, interrumpe a sus alumnos, ansiosos por discutir en torno a ciertos aspectos polémicos del pasado argentino. Ésta dirá: “Esto es una clase de historia y no un debate”, negando a la historia aquello que compone su misma esencia: la duda metódica y la discusión como vías para la consecución del conocimiento.
En cualquier caso Alicia va a sufrir un proceso progresivo de toma de conciencia respecto a la realidad en que vive y ha vivido, proceso que vamos a poder seguir a través de una serie de secuencias. Posiblemente, la primera de todas sea la conversación que mantiene con su amiga Ana. Ésta le cuenta los excesos de los militares durante el registro de su vivienda , ante lo cual Alicia se sentirá conmovida, llegando a afirmar que debería haber denunciado, lo cual servirá a Ana como motivo para ironizar. Éste es el primer punto en que la protagonista se da de bruces con la realidad.
Otro punto por donde va a quebrar su visión de la realidad van a ser las dudas en torno a los orígenes de su hija adoptiva, Gabi, lo cual va a tensar la relación con su marido, con el cual mantenía un pacto tácito para mantener el silencio en torno a esta cuestión, pacto que veremos resquebrajarse a lo largo de la película. El silencio es un elemento central en toda dictadura, porque el silencio supone el no reconocimiento y, por lo tanto, la negación.
La verdad en torno al pasado de Gabi y la definitiva toma de conciencia de Alicia se producirán al aparecer en escena la supuesta abuela biológica de la primera, una de las Abuelas de la Plaza de Mayo. Ésta la pondrá al corriente de la historia de su hija embarazada – la supuesta madre biológica de Gabi – y su marido, asesinados por los militares.
En cualquier caso Alicia va a sufrir un proceso progresivo de toma de conciencia respecto a la realidad en que vive y ha vivido, proceso que vamos a poder seguir a través de una serie de secuencias. Posiblemente, la primera de todas sea la conversación que mantiene con su amiga Ana. Ésta le cuenta los excesos de los militares durante el registro de su vivienda , ante lo cual Alicia se sentirá conmovida, llegando a afirmar que debería haber denunciado, lo cual servirá a Ana como motivo para ironizar. Éste es el primer punto en que la protagonista se da de bruces con la realidad.
Otro punto por donde va a quebrar su visión de la realidad van a ser las dudas en torno a los orígenes de su hija adoptiva, Gabi, lo cual va a tensar la relación con su marido, con el cual mantenía un pacto tácito para mantener el silencio en torno a esta cuestión, pacto que veremos resquebrajarse a lo largo de la película. El silencio es un elemento central en toda dictadura, porque el silencio supone el no reconocimiento y, por lo tanto, la negación.
La verdad en torno al pasado de Gabi y la definitiva toma de conciencia de Alicia se producirán al aparecer en escena la supuesta abuela biológica de la primera, una de las Abuelas de la Plaza de Mayo. Ésta la pondrá al corriente de la historia de su hija embarazada – la supuesta madre biológica de Gabi – y su marido, asesinados por los militares.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Quizás lo más dramático sea el final, donde es evidente que Alicia acaba de descubrir que ha estado viviendo al lado de lo que, en cierto sentido, no deja de ser un desconocido. Éste, nervioso, le dirá “Tú no te enteras de lo que pasa delante de tus narices”. Esta última frase despreciativa de Roberto hacia su mujer va más allá, pues, de algún modo, la está acusando a ella misma de connivencia con lo ocurrido por su despreocupación y aislamiento. Sin lugar a dudas Luis Puenzo está conminando a sus compatriotas a recordar dónde estaban cuando todo aquello ocurrió.
ROBERTO. Estamos ante un hombre de negocios cuya mayor ambición en la vida es alcanzar al éxito y que, de algún modo, ha conseguido medrar gracias a su vinculación con la dictadura militar. Al igual que su esposa éste también va a sufrir una marcada evolución a lo largo del film, de hecho el Roberto del final contrastará vivamente con el que podemos ver en las primeras secuencias, sereno, feliz y seguro de sí mismo. De hecho la colaboración de Roberto con la dictadura se pone de manifiesto muy pronto, no sólo por el hecho de que se relacione con altos cargos militares y empresarios, sino porque además está al tanto del destino sufrido por Ana, la amiga de Alicia. Más tarde descubriremos que él fue quien la delató.
Sea como fuere, ante la manifiesta evidencia de que el régimen se está viniendo abajo y ante cada nuevo encuentro con el pasado, nos vamos encontrando con un Roberto cada vez más inestable y taciturno. El primer momento en que observamos una falla en su apariencia externa aparece cuando Alicia le cuenta su conversación con Ana, tras lo cual Luis Puenzo dedica un poderoso primer plano a los ojos abiertos de par en par de Roberto en la penumbra como reflejo de su angustia y su miedo ante el futuro.
GABI. Hija adoptiva de Roberto y Alicia que formaría parte del grupo de varios centenares de niños robados durante la dictadura argentina y entregados a familias vinculadas a ésta. Hay varios episodios muy significativos que vendrían a enfatizar la condición de Gabi. En primer lugar destacaría el momento en que Roberto le regala un muñeco extremadamente realista con motivo de su cumpleaños, lo cual, de algún modo, sería un intento de Luis Puenzo por destacar hasta qué punto la vida humana se convirtió en una suerte de moneda de cambio de la cual la dictadura podía disponer a su antojo. En este sentido la dictadura se asemejaría a la divinidad, en tanto que quita y da la vida a su antojo, ordenándola de acuerdo con su criterio . La segunda secuencia significativa se produce durante la fiesta de cumpleaños de la pequeña que, al retirarse a su habitación cansada del bullicio, verá irrumpida su paz en el momento en que sus primos entren gritando con ametralladoras de juguete mientras ésta grita abrazada a su muñeco. En ese momento Gabi sufre una especie de deja vú o representación metafórica del momento en que fue arrancada de los brazos de su madre biológica.
ROBERTO. Estamos ante un hombre de negocios cuya mayor ambición en la vida es alcanzar al éxito y que, de algún modo, ha conseguido medrar gracias a su vinculación con la dictadura militar. Al igual que su esposa éste también va a sufrir una marcada evolución a lo largo del film, de hecho el Roberto del final contrastará vivamente con el que podemos ver en las primeras secuencias, sereno, feliz y seguro de sí mismo. De hecho la colaboración de Roberto con la dictadura se pone de manifiesto muy pronto, no sólo por el hecho de que se relacione con altos cargos militares y empresarios, sino porque además está al tanto del destino sufrido por Ana, la amiga de Alicia. Más tarde descubriremos que él fue quien la delató.
Sea como fuere, ante la manifiesta evidencia de que el régimen se está viniendo abajo y ante cada nuevo encuentro con el pasado, nos vamos encontrando con un Roberto cada vez más inestable y taciturno. El primer momento en que observamos una falla en su apariencia externa aparece cuando Alicia le cuenta su conversación con Ana, tras lo cual Luis Puenzo dedica un poderoso primer plano a los ojos abiertos de par en par de Roberto en la penumbra como reflejo de su angustia y su miedo ante el futuro.
GABI. Hija adoptiva de Roberto y Alicia que formaría parte del grupo de varios centenares de niños robados durante la dictadura argentina y entregados a familias vinculadas a ésta. Hay varios episodios muy significativos que vendrían a enfatizar la condición de Gabi. En primer lugar destacaría el momento en que Roberto le regala un muñeco extremadamente realista con motivo de su cumpleaños, lo cual, de algún modo, sería un intento de Luis Puenzo por destacar hasta qué punto la vida humana se convirtió en una suerte de moneda de cambio de la cual la dictadura podía disponer a su antojo. En este sentido la dictadura se asemejaría a la divinidad, en tanto que quita y da la vida a su antojo, ordenándola de acuerdo con su criterio . La segunda secuencia significativa se produce durante la fiesta de cumpleaños de la pequeña que, al retirarse a su habitación cansada del bullicio, verá irrumpida su paz en el momento en que sus primos entren gritando con ametralladoras de juguete mientras ésta grita abrazada a su muñeco. En ese momento Gabi sufre una especie de deja vú o representación metafórica del momento en que fue arrancada de los brazos de su madre biológica.