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Voto de Francisco Negrete:
8
7,2
562
Serie de TV. Drama
Miniserie de TV de 6 capítulos. Cuenta la historia de uno de los vencidos de la Guerra Civil (1936-1939), el socialista y republicano Arturo Barea, hijo de una lavandera, que pasó 18 años en el exilio sin poder regresar a España. El relato es un homenaje a las víctimas del franquismo. (FILMAFFINITY)
4 de febrero de 2011
41 de 49 usuarios han encontrado esta crítica útil
El escritor español Antonio Barea escribió “La forja de un rebelde” entre 1941-1944 cuando estaba en el exilio en Londres. Pero configurar esa novela en su mente le llevó casi toda su vida: se trata de un relato autobiográfico.
Años después, en 1990, Mario Camus llevó este texto a la pantalla chica, con un presupuesto de 2.300 millones de pesetas (unos 14 millones de actuales euros), fue la producción más costosa hasta el momento en la historia de la televisión en España.
Consta de 6 episodios que juntos suman aproximadamente unos 600 minutos.
Esta es una obra que va de menos a más, a mucho más.
Grandioso relato, emocionante, vibrante, con gran pulso narrativo. Una auténtica radiografía de la España de la primera mitad del siglo XX y todos aquellos acontecimientos que siguen marcando hoy día al país.
Excelente desmembramiento de la ética, moral, sueños y miedos de una persona que, a base de espantosas experiencias personales y profunda cavilación, decide dedicar su vida a la causa izquierdista, para luchar por un mundo más justo.
Recomiendo “La forja de un rebelde” sobre todo por su valor histórico-argumental que por cualquier otra cosa, sin desmerecer su calidad audiovisual.
Me queda pendiente la lectura de la novela, que será próxima.
¡Viva la República!
Años después, en 1990, Mario Camus llevó este texto a la pantalla chica, con un presupuesto de 2.300 millones de pesetas (unos 14 millones de actuales euros), fue la producción más costosa hasta el momento en la historia de la televisión en España.
Consta de 6 episodios que juntos suman aproximadamente unos 600 minutos.
Esta es una obra que va de menos a más, a mucho más.
Grandioso relato, emocionante, vibrante, con gran pulso narrativo. Una auténtica radiografía de la España de la primera mitad del siglo XX y todos aquellos acontecimientos que siguen marcando hoy día al país.
Excelente desmembramiento de la ética, moral, sueños y miedos de una persona que, a base de espantosas experiencias personales y profunda cavilación, decide dedicar su vida a la causa izquierdista, para luchar por un mundo más justo.
Recomiendo “La forja de un rebelde” sobre todo por su valor histórico-argumental que por cualquier otra cosa, sin desmerecer su calidad audiovisual.
Me queda pendiente la lectura de la novela, que será próxima.
¡Viva la República!
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Los dos primeros capítulos son irregulares, su producción es notoriamente televisiva, recae en el sentimentalismo y en la idealización, y sus actuaciones se tropiezan en diversos lugares comunes. Eso sí, la ambientación es estupenda: es el Madrid de la primera década del siglo XX.
Abundan las carretas tiradas por caballos yendo de arriba abajo por el barrio de Lavapiés, los cafés congregaban como nunca a los intelectuales y artistas del momento para charlar, intercambiar ideas e imaginar proyectos (desafortunadamente hay espíritus que marcan una época y que luego se pierden en el camino), y las iglesias se abarrotaban casi a diario (afortunadamente hay costumbres que cambian para bien).
Es aquí cuando conocemos a un pequeño Arturo Barea, que poco a poco, mientras crece y descubre la vida, se irá dando cuenta de que su alma se nutre más cultivando el conocimiento que la fe que le impone su colegio y su familia.
En el tercer capítulo ya se nota una notable mejora en la técnica, ritmos, manejo de actores y en las intenciones emocionales. Mejora que incrementa hasta el final sin decaer. En otras palabras, la mano con que fueron filmados los capítulos a partir de este es una mano más cinematográfica que televisiva.
En este capítulo conoceremos a un Arturo Barea alistado en el ejército, haciendo su servicio militar, cuando el ejército español se encontraba en Marruecos, en la llamada Guerra del Rif. Las experiencias vividas en el frente dejaron en Barea una profunda huella que será determinante en su futuro.
En el cuarto capítulo Barea sigue en Marruecos pero ya no en el frente, sino en una calmada oficina en Ceuta, administrando algunos quehaceres de la guerra.
Llegan los amores.
En el quinto, Barea ya está de nuevo en Madrid, llevando una vida relativamente acomodada. Pero tiempos revueltos se avecinan: después de tres años de República, España se encuentra en un proceso de nuevas elecciones y Barea decide apoyar a la izquierda, al bando republicano, activamente.
En el último episodio todo es miseria porque el país se encuentra en Guerra Civil. En Madrid no hay ni para un terrón de azúcar, la gente se muere todos los días por los bombardeos y los que se pueden se refugian en sótanos y los andenes del metro de la ciudad.
Cuando los falangistas liderados por Franco están ya en las afueras de Madrid, el gobierno huye a Valencia y Barea decide tomar las riendas del Ministerio de Estado y resiste todos los embates y tragedias hasta que los fascistas entran definitivamente a Madrid y sólo entonces huye a Inglaterra, cuando ya todo está perdido.
Abundan las carretas tiradas por caballos yendo de arriba abajo por el barrio de Lavapiés, los cafés congregaban como nunca a los intelectuales y artistas del momento para charlar, intercambiar ideas e imaginar proyectos (desafortunadamente hay espíritus que marcan una época y que luego se pierden en el camino), y las iglesias se abarrotaban casi a diario (afortunadamente hay costumbres que cambian para bien).
Es aquí cuando conocemos a un pequeño Arturo Barea, que poco a poco, mientras crece y descubre la vida, se irá dando cuenta de que su alma se nutre más cultivando el conocimiento que la fe que le impone su colegio y su familia.
En el tercer capítulo ya se nota una notable mejora en la técnica, ritmos, manejo de actores y en las intenciones emocionales. Mejora que incrementa hasta el final sin decaer. En otras palabras, la mano con que fueron filmados los capítulos a partir de este es una mano más cinematográfica que televisiva.
En este capítulo conoceremos a un Arturo Barea alistado en el ejército, haciendo su servicio militar, cuando el ejército español se encontraba en Marruecos, en la llamada Guerra del Rif. Las experiencias vividas en el frente dejaron en Barea una profunda huella que será determinante en su futuro.
En el cuarto capítulo Barea sigue en Marruecos pero ya no en el frente, sino en una calmada oficina en Ceuta, administrando algunos quehaceres de la guerra.
Llegan los amores.
En el quinto, Barea ya está de nuevo en Madrid, llevando una vida relativamente acomodada. Pero tiempos revueltos se avecinan: después de tres años de República, España se encuentra en un proceso de nuevas elecciones y Barea decide apoyar a la izquierda, al bando republicano, activamente.
En el último episodio todo es miseria porque el país se encuentra en Guerra Civil. En Madrid no hay ni para un terrón de azúcar, la gente se muere todos los días por los bombardeos y los que se pueden se refugian en sótanos y los andenes del metro de la ciudad.
Cuando los falangistas liderados por Franco están ya en las afueras de Madrid, el gobierno huye a Valencia y Barea decide tomar las riendas del Ministerio de Estado y resiste todos los embates y tragedias hasta que los fascistas entran definitivamente a Madrid y sólo entonces huye a Inglaterra, cuando ya todo está perdido.