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Voto de Jordirozsa:
2
4,8
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Terror
Filme de terror claustrofóbico y malsano, donde dos amigos verán como una noche de ligue en Barcelona se convertirá en una pesadilla sin salida. (FILMAFFINITY)
20 de febrero de 2021
15 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Como mínimo, el guión se podría haber construído dejando abierta la posibilidad de que los dos protagonistas viven un esperpéntico sueño que, por absurdo, podría ser perfectamente el resultado del delirio mental causado por los excesos de los hábitos actuales de quienes, para divertirse, cargan con alcohol y otras sustancias para darse vidilla.
Inverosímil, el hilo argumental de unos jóvenes iankis que, con intención de refugiarse de una vida patética, unos problemas cuotidianos que se les hacen insoportables (vaya novedad el desespero porque a uno le deje la pareja, cuando hoy en día es el pan de cada día), se las piran nada menos que a Barcelona para ahogar sus penas... como si no hubiera oferta de marcha en la Gran Manzana !!
Lo más frustrante es que osan llamar producto cultural a un pastiche refrito de retazos de "Hostel", "Rec" y otros giños torpes a serios intentos de crear productos interesantes del género de terror. Un desperdicio de 77 minutos, que no deja de ser una tomadura de pelo, explotando por enésima vez el archi conocido filón narrativo de los jóvenes fiesteros, y en el que no puede faltar el gore más descarnado.
No me he fijado demasiado durante los créditos de presentación en los logos de los patrocinadores de este despropósito, pero espero que, como mínimo, no se haya usado ni un sólo céntimo de dinero público (aka, de los impuestos que pagamos) en el rodaje de esta ida de pinza, cuya calidad no pasa de lo que vomita Peter en el excusado al principio de la película.
Si el mero hecho de que la presenten como la "primera película rodada íntegramente con cámara de móvil", se supone que tenemos que aplaudir lo "innovadora" que es la marca que lo vende, el prestigio del Festival que la admitió a concurso ya me cae a los piés (y no sin dolor, pues siempre he tenido a los de Sitges en un pabellón bién alto).
Inverosímil, el hilo argumental de unos jóvenes iankis que, con intención de refugiarse de una vida patética, unos problemas cuotidianos que se les hacen insoportables (vaya novedad el desespero porque a uno le deje la pareja, cuando hoy en día es el pan de cada día), se las piran nada menos que a Barcelona para ahogar sus penas... como si no hubiera oferta de marcha en la Gran Manzana !!
Lo más frustrante es que osan llamar producto cultural a un pastiche refrito de retazos de "Hostel", "Rec" y otros giños torpes a serios intentos de crear productos interesantes del género de terror. Un desperdicio de 77 minutos, que no deja de ser una tomadura de pelo, explotando por enésima vez el archi conocido filón narrativo de los jóvenes fiesteros, y en el que no puede faltar el gore más descarnado.
No me he fijado demasiado durante los créditos de presentación en los logos de los patrocinadores de este despropósito, pero espero que, como mínimo, no se haya usado ni un sólo céntimo de dinero público (aka, de los impuestos que pagamos) en el rodaje de esta ida de pinza, cuya calidad no pasa de lo que vomita Peter en el excusado al principio de la película.
Si el mero hecho de que la presenten como la "primera película rodada íntegramente con cámara de móvil", se supone que tenemos que aplaudir lo "innovadora" que es la marca que lo vende, el prestigio del Festival que la admitió a concurso ya me cae a los piés (y no sin dolor, pues siempre he tenido a los de Sitges en un pabellón bién alto).
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
Más allá del argumento de dos turistas alocados por el mamar y el folloteo fácil (cosa que tampoco es de justicia, ya que nos hace un retrato demasiado simplista y para nada generalizable de lo que aspira la juventud hoy en día), que acaban atrapados en una casa encantada, corriendo ensangrentados y fuera de sí por un laberinto de pasadizos y puertas que ahora se abren, ahora están cerradas, nada nuevo aporta un cúmulo de tópicos sobadísimos en películas de mejores directores de otros países.
Y eso es lo más triste, porque a sabiendas de ello, los locales tienen que dar la nota con una historia que es más el sueño de uno que va cargado de alucinógenos, que no un producto mínimamente serio (en lo artísticamente hablando), con intenciones mínimamente serias. Incluso el pretendido desarrollo psicológico del personaje de Peter, a medida que fluye el sirope de fresa, las vocecitas, las víctimas en armarios y demás, no deja de ser un plagio encubierto del mítico "Resplandor", y las del estilo en el que el protagonista se vuelve majara, se carga a todo quisqui, y acaba él consigo mismo. Un calco del también casposo filme "Posesión de Michael King", u otras por el estilo, en la que el principal acaba convirtiéndose en un sanguinario asesino.
Pero aquí, con el agravante de que, en la confusa sucesión de planos de subir y bajar escaleras, abrir y cerrar de puertas, para entrar en habitaciones, oscuras unas, repletas de velas a lo satánico en otras, no se apercibe una secuencia narrativa lógica, para acabar viendo a dos tíos en ropa interior con guisa de carniceros. Y con las apariciones y desapariciones de unas secundarias (incluso la que les trae a la casa, cuyo potencial se desperdicia soberanamente), de las que prácticamente no se entiende qué rábanos pintan en la historia.
Un contexto que habría dado para algo más elaborado, incluso si se querían marcar el tanto del rodaje con el dichoso iPhone. Pero es lo que hay. Aunque, visto el plumero, esperemos que no sea ya tan fácil tomarse cualquier cosa, agarrar un celular, colar el churro en un Festival con el rollo ese de la innovación, y sacarle la pasta al Ministerio.
Y eso es lo más triste, porque a sabiendas de ello, los locales tienen que dar la nota con una historia que es más el sueño de uno que va cargado de alucinógenos, que no un producto mínimamente serio (en lo artísticamente hablando), con intenciones mínimamente serias. Incluso el pretendido desarrollo psicológico del personaje de Peter, a medida que fluye el sirope de fresa, las vocecitas, las víctimas en armarios y demás, no deja de ser un plagio encubierto del mítico "Resplandor", y las del estilo en el que el protagonista se vuelve majara, se carga a todo quisqui, y acaba él consigo mismo. Un calco del también casposo filme "Posesión de Michael King", u otras por el estilo, en la que el principal acaba convirtiéndose en un sanguinario asesino.
Pero aquí, con el agravante de que, en la confusa sucesión de planos de subir y bajar escaleras, abrir y cerrar de puertas, para entrar en habitaciones, oscuras unas, repletas de velas a lo satánico en otras, no se apercibe una secuencia narrativa lógica, para acabar viendo a dos tíos en ropa interior con guisa de carniceros. Y con las apariciones y desapariciones de unas secundarias (incluso la que les trae a la casa, cuyo potencial se desperdicia soberanamente), de las que prácticamente no se entiende qué rábanos pintan en la historia.
Un contexto que habría dado para algo más elaborado, incluso si se querían marcar el tanto del rodaje con el dichoso iPhone. Pero es lo que hay. Aunque, visto el plumero, esperemos que no sea ya tan fácil tomarse cualquier cosa, agarrar un celular, colar el churro en un Festival con el rollo ese de la innovación, y sacarle la pasta al Ministerio.