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Voto de Jordirozsa:
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Terror
Después de sufrir una maldición, Jesse empieza a ser perseguido por fuerzas misteriosas, aunque su familia y sus amigos harán todo lo posible para salvarlo. Spin-off latino de la saga Paranormal Activity. (FILMAFFINITY)
11 de septiembre de 2021
9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Recuerdo que, de renacuajo, por allá los principios de los ochenta, todavía tuve el privilegio de poder escuchar a mis abuelos, bisabuela y tíos abuelos, con mi hermana y primas/os, explicar cuentos (de risa, de “miedo”, de héroes… ) al lado de la lumbre encendida, después de cenas familiares para celebrar efemérides, o simplemente en tarde-noches que íbamos de visita a ver a los mayores de la “family”. El ambiente era único; por aquél entonces no teníamos móviles, ni ordenadores… ni cámaras domésticas. Y las generaciones de ahora no saben lo que se han perdido. Con seis, siete, ocho… años, dejar volar la imaginación y, dicho en redundancia, “montarse la película” con lo que nos relataban.
En uno de esos cuentos, resulta que un soldado hambriento que regresa de la guerra, se encuentra una olla, la llena de agua, le echa tres piedras del río, y enciende el fuego. En esto, que unos chavales curiosos que le observaban, se le acercan y le preguntan qué estaba cocinando. El soldado les dice que una deliciosa sopa de piedras. Los niños se miran con cara de asombro, pensando ambos que les está tomando el pelo. A lo que el hombre les pide que si le traen un poco de sal, pimienta y aceite, la sopa sabrá mejor.
Los niños corren al pueblo, a conseguir lo que había pedido aquel extraño, y de paso lo cascan a sus amigos, que corren en tropel, atraídos por la curiosidad. Todos miran boquiabiertos la olla hirviendo con las piedras, ahora con los condimentos que le habían traído los dos primeros.
Sucesivamente, el hombre va pidiéndoles otras cosas con las que dice que esta sopa será mejor: primero patatas, después arroz, verdura… hasta que llega a pedirles pollo, panceta y chorizo. Los niños le van trayendo todo. Y al cabo del rato, el hombre, apaga el fuego, saca las piedras de la olla, las tira a un lado, y les dice que cada uno se traiga un cuenco, una cuchara, mientras saca un cucharón de su maltrecho petate.
Toda la pandilla degusta el delicioso manjar. Al anochecer, el soldado se despide de los niños para seguir su viaje, pero ellos le invitan a quedarse en aquel pueblo, pues la gente de allí está muy contenta y agradecida de la deliciosa “sopa de piedras” con la que ha obsequiado a los infantes.
Este cuento me vino a la memoria después de darle vueltas a todo el proceso de ideación, realización y exhibición de la saga de películas de “Paranormal Activity”. Quizás ustedes entiendan también el porqué de esta asociación que hago. En el sentido de que una primera cinta a la que podemos ver menos lógica que intentar hacer un guiso de cantos, se convierte en todo un potaje que (independientemente de lo que pueda saber al paladar y/o gustar o no) quizá tenga un gran éxito según se junten el hambre con las ganas de comer. La evolución de fondo, formato y estilo por la que han ido pasando las diferentes cintas de esta franquicia, a tenor de las modificaciones y cambios que en ella se han ido introduciendo, suguiere una metamorfosis por la que esta quinta película, en poco se parece a la primera.
A que esta sorprendente tansmutación de “Paranormal Activity” se produjera de forma gradual y contínua, responde el hecho que uno de los guionistas con que ya se contó desde la segunda tanda, Christopher Landon, se pusiera, en esta ocasión, también, al volante de la dirección, yendo todavía más allá.
Sin importar demasiado, cual fuese el descenso de ingresos (con esta quinta siguió), o cuan airados o decepcionados quedasen los puritanos del estilo original; mientras que los incondicionales, los fans benevolentes, los resilientes (los que cinta tras cinta emiten un juicio malo de la película, despotricando y dicen “no más”, pero como “los peces en el río”, vuelven i vuelven a beber…), los neófitos curiosos, y los reclutados de nuevos perfiles a donde se dirige el altavoz publicitario, sigan en las colas de las taquillas, y dando clic al visionado desde las plataformas donde estén suscritos, todo viento en popa… oídos sordos a los que reclaman una RCP para una desgastada y moribunda serie.
Gonzalo Amat, director de fotografía, con bagaje en la dirección fotográfica de un no despreciable número de cortos, series como “El Hombre en el Castillo” (2015-2018), “Fargo” (2020), y largometrajes como “Devil Inside” (2012), del subgénero de posesiones y exorcismos, precisamente un “mockumental” por el estilo, liquida el formato de las cámaras fijas, y por razón del mayor número de escenarios en los que se desarrolla el guión, opta por la cámara en mano como único recurso para utilizar como puerta de acceso a la diegesis de la cinta.
Un gran salto respecto al resto de filmes de “Paranormal Activity”, que vuelve a seguir constantemente a los protagonistas, poniéndonos con ellos en primera persona, en vez de ubicarnos expectantes a su aparición en escena. Consigue mantener el proceso de identificación con ellos y sus circunstancias, aunque la intención de dar un vero realismo a lo que el público está viendo, ya roza el mero formalismo de estilo.
El envoltorio cultural de “The Marked Ones”, contribuye a hacer efectivos los mecanismos de compenetración con los protagonistas y sus avatares: la ambientación en un barrio marginal californiano, de hispano hablantes, en un estatus económico que podía hacer de espejo de multitud de gentes en momentos de una crisis no del todo superada, busca promover el interés y el acercamiento, ya no sólo de jóvenes y adolescentes, sino también de quienes pudieran vivir parejas circunstancias sociales. El componente religioso pretende añadir un grado de afinidad. Especialmente para todas las colectividades que comparten este “background” de creencias.
El retrato que configura cada uno de los actores, a diferencia de otras entregas de “Paranormal Activity”, que las veces se podían antojar estirados y postizos, hasta por ello llegar a ser poco creíbles, incluso ridículos, patéticos e irritantes, en “The Marked Ones” está construido con una naturalidad que les hace atractivos.
En uno de esos cuentos, resulta que un soldado hambriento que regresa de la guerra, se encuentra una olla, la llena de agua, le echa tres piedras del río, y enciende el fuego. En esto, que unos chavales curiosos que le observaban, se le acercan y le preguntan qué estaba cocinando. El soldado les dice que una deliciosa sopa de piedras. Los niños se miran con cara de asombro, pensando ambos que les está tomando el pelo. A lo que el hombre les pide que si le traen un poco de sal, pimienta y aceite, la sopa sabrá mejor.
Los niños corren al pueblo, a conseguir lo que había pedido aquel extraño, y de paso lo cascan a sus amigos, que corren en tropel, atraídos por la curiosidad. Todos miran boquiabiertos la olla hirviendo con las piedras, ahora con los condimentos que le habían traído los dos primeros.
Sucesivamente, el hombre va pidiéndoles otras cosas con las que dice que esta sopa será mejor: primero patatas, después arroz, verdura… hasta que llega a pedirles pollo, panceta y chorizo. Los niños le van trayendo todo. Y al cabo del rato, el hombre, apaga el fuego, saca las piedras de la olla, las tira a un lado, y les dice que cada uno se traiga un cuenco, una cuchara, mientras saca un cucharón de su maltrecho petate.
Toda la pandilla degusta el delicioso manjar. Al anochecer, el soldado se despide de los niños para seguir su viaje, pero ellos le invitan a quedarse en aquel pueblo, pues la gente de allí está muy contenta y agradecida de la deliciosa “sopa de piedras” con la que ha obsequiado a los infantes.
Este cuento me vino a la memoria después de darle vueltas a todo el proceso de ideación, realización y exhibición de la saga de películas de “Paranormal Activity”. Quizás ustedes entiendan también el porqué de esta asociación que hago. En el sentido de que una primera cinta a la que podemos ver menos lógica que intentar hacer un guiso de cantos, se convierte en todo un potaje que (independientemente de lo que pueda saber al paladar y/o gustar o no) quizá tenga un gran éxito según se junten el hambre con las ganas de comer. La evolución de fondo, formato y estilo por la que han ido pasando las diferentes cintas de esta franquicia, a tenor de las modificaciones y cambios que en ella se han ido introduciendo, suguiere una metamorfosis por la que esta quinta película, en poco se parece a la primera.
A que esta sorprendente tansmutación de “Paranormal Activity” se produjera de forma gradual y contínua, responde el hecho que uno de los guionistas con que ya se contó desde la segunda tanda, Christopher Landon, se pusiera, en esta ocasión, también, al volante de la dirección, yendo todavía más allá.
Sin importar demasiado, cual fuese el descenso de ingresos (con esta quinta siguió), o cuan airados o decepcionados quedasen los puritanos del estilo original; mientras que los incondicionales, los fans benevolentes, los resilientes (los que cinta tras cinta emiten un juicio malo de la película, despotricando y dicen “no más”, pero como “los peces en el río”, vuelven i vuelven a beber…), los neófitos curiosos, y los reclutados de nuevos perfiles a donde se dirige el altavoz publicitario, sigan en las colas de las taquillas, y dando clic al visionado desde las plataformas donde estén suscritos, todo viento en popa… oídos sordos a los que reclaman una RCP para una desgastada y moribunda serie.
Gonzalo Amat, director de fotografía, con bagaje en la dirección fotográfica de un no despreciable número de cortos, series como “El Hombre en el Castillo” (2015-2018), “Fargo” (2020), y largometrajes como “Devil Inside” (2012), del subgénero de posesiones y exorcismos, precisamente un “mockumental” por el estilo, liquida el formato de las cámaras fijas, y por razón del mayor número de escenarios en los que se desarrolla el guión, opta por la cámara en mano como único recurso para utilizar como puerta de acceso a la diegesis de la cinta.
Un gran salto respecto al resto de filmes de “Paranormal Activity”, que vuelve a seguir constantemente a los protagonistas, poniéndonos con ellos en primera persona, en vez de ubicarnos expectantes a su aparición en escena. Consigue mantener el proceso de identificación con ellos y sus circunstancias, aunque la intención de dar un vero realismo a lo que el público está viendo, ya roza el mero formalismo de estilo.
El envoltorio cultural de “The Marked Ones”, contribuye a hacer efectivos los mecanismos de compenetración con los protagonistas y sus avatares: la ambientación en un barrio marginal californiano, de hispano hablantes, en un estatus económico que podía hacer de espejo de multitud de gentes en momentos de una crisis no del todo superada, busca promover el interés y el acercamiento, ya no sólo de jóvenes y adolescentes, sino también de quienes pudieran vivir parejas circunstancias sociales. El componente religioso pretende añadir un grado de afinidad. Especialmente para todas las colectividades que comparten este “background” de creencias.
El retrato que configura cada uno de los actores, a diferencia de otras entregas de “Paranormal Activity”, que las veces se podían antojar estirados y postizos, hasta por ello llegar a ser poco creíbles, incluso ridículos, patéticos e irritantes, en “The Marked Ones” está construido con una naturalidad que les hace atractivos.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
No sólo en términos físicos, sinó también en referencia a sus respectivas personalidades: la bellísima Marisol (Gabrielle Walsh), fascinante en su figura, y en su carácter; Jesse (Andrew Jacobs), de deliciosas facciones, y un cuerpazo, que en fotos actuales del actor, se ve repleto de tatuajes (sí que se le puede llamar “el señalado”); el simpático Héctor (amigo del alma de Jesse); la afable y generosa abuela Irma (Renee Victor), ambos el motor de los momentos de sosiego, con toques de humor… el natural encanto de todos, incluso de los secundarios, por ejemplo los siniestros hermanos Óscar (Carlos Pratts) y Arturo (Richard Cabral), favorece unas interpretaciones sobrias, sin necesidad de forzar expresiones, ni sobreactuaciones estrafalarias.
Todo el elenco de figurantes (tanto del entorno propio de los principales), como los de la “granja de las brujas”, dan una perspectiva mucho más amplia, y ayudan a perfilar el nudo argumental. La aparición de Ali (que teníamos desaparecida y nunca más se supo en la segunda parte), nos aclara aquí que sobrevive a la malvada Kattie.
En la primera parte del metraje, y de forma bastante desenfadada y simpática, se introduce a los protas, lo cual permite confraternizar más y mejor con todos ellos. Esta fase inicial, da un giro a un tono de lo más tenebroso, apoyado en tres momentos clave: el asesinato de la bruja que vive en los bajos del mismo edificio que la familia Arista; el ritual nocturno espiritista que, casi a modo de juego, llevan a cabo Marisol, Jesse y Hector con el espejo pintado de negro; el casposo incidente cuando Jesse y Hector se llevan a las dos muchachas para tener sexo con ellas; y el descubrimiento de lo que sucede a Óscar, que se revela como autor de la muerte de la bruja, y acaba suicidándose delante de sus colegas.
Los jóvenes hacen un viaje de investigación y descubrimiento de una terrible verdad, con la que el guión establece nexos de relación con la historia matriz. De hecho, la entrevista con Ali es harto significativa, así como la visita a casa de Arturo, hermano mayor del malogrado Oscar; ponen las cartas encima de la mesa.
“The Marked Ones” se aleja más del patrón “oficial”, y desembrolla agujeros (no todos; es más, abre nuevas puertas) que dificultaban la configuración del puzle general de toda la cronología.
La divertida experiencia de Jesse con los supuestos “nuevos poderes” que ha adquirido se torna una pesadilla, y se muestra como padece en extremo un tétrico cambio de personalidad y en su modo de relacionarse con los demás, que recuerda las típicas películas en que una persona, poco a poco, va mutando a la forma de un licántropo.
Sin perder costumbre, el final en la granja donde se han llevado a Jesse, a pesar de intentar impedirlo Héctor y Marisol, condensa una acción atropellada en un escaso cuarto de hora. Con unas considerables idas de perola, como la entrada al lugar, a guisa de comando de rescate, armados Arturo y un amigo suyo, y cargándose a tiro limpio a las poseídas que les atacan, como si estuviéramos en el bar “La teta enroscada”, de “Abierto Hasta el Amanecer” (1996), de Robert Rodríguez; y el viaje en el tiempo a la cocina donde Kattie asesina a Micah: ahí va a parar Hector cuando intenta refugiarse de los malignos seres que les perseguían, concretamente de Jesse, convertido en uno de ellos.
Para variar, no queda ni el apuntador, y se termina con el fundido de la cámara cuando aparece (cómo no) Kattie, que apaga el aparato.
Un producto que, al lado del que dirigió Oren peli, da un huevo (como el que utiliza Irma para el exorcismo de su nieto), al lado de una castaña. Los malvados ya no sólo se esconden, y los demonios no se limitan a mover cosas y a hacer ruiditos.
A saber a donde nos llevará el expresso de “Paranormal Activity”… muchos ya decidieron apearse en otras estaciones. Especialmente los que probaron la sopa cuando había sólo piedras, y ya no quisieron tomar más.
Todo el elenco de figurantes (tanto del entorno propio de los principales), como los de la “granja de las brujas”, dan una perspectiva mucho más amplia, y ayudan a perfilar el nudo argumental. La aparición de Ali (que teníamos desaparecida y nunca más se supo en la segunda parte), nos aclara aquí que sobrevive a la malvada Kattie.
En la primera parte del metraje, y de forma bastante desenfadada y simpática, se introduce a los protas, lo cual permite confraternizar más y mejor con todos ellos. Esta fase inicial, da un giro a un tono de lo más tenebroso, apoyado en tres momentos clave: el asesinato de la bruja que vive en los bajos del mismo edificio que la familia Arista; el ritual nocturno espiritista que, casi a modo de juego, llevan a cabo Marisol, Jesse y Hector con el espejo pintado de negro; el casposo incidente cuando Jesse y Hector se llevan a las dos muchachas para tener sexo con ellas; y el descubrimiento de lo que sucede a Óscar, que se revela como autor de la muerte de la bruja, y acaba suicidándose delante de sus colegas.
Los jóvenes hacen un viaje de investigación y descubrimiento de una terrible verdad, con la que el guión establece nexos de relación con la historia matriz. De hecho, la entrevista con Ali es harto significativa, así como la visita a casa de Arturo, hermano mayor del malogrado Oscar; ponen las cartas encima de la mesa.
“The Marked Ones” se aleja más del patrón “oficial”, y desembrolla agujeros (no todos; es más, abre nuevas puertas) que dificultaban la configuración del puzle general de toda la cronología.
La divertida experiencia de Jesse con los supuestos “nuevos poderes” que ha adquirido se torna una pesadilla, y se muestra como padece en extremo un tétrico cambio de personalidad y en su modo de relacionarse con los demás, que recuerda las típicas películas en que una persona, poco a poco, va mutando a la forma de un licántropo.
Sin perder costumbre, el final en la granja donde se han llevado a Jesse, a pesar de intentar impedirlo Héctor y Marisol, condensa una acción atropellada en un escaso cuarto de hora. Con unas considerables idas de perola, como la entrada al lugar, a guisa de comando de rescate, armados Arturo y un amigo suyo, y cargándose a tiro limpio a las poseídas que les atacan, como si estuviéramos en el bar “La teta enroscada”, de “Abierto Hasta el Amanecer” (1996), de Robert Rodríguez; y el viaje en el tiempo a la cocina donde Kattie asesina a Micah: ahí va a parar Hector cuando intenta refugiarse de los malignos seres que les perseguían, concretamente de Jesse, convertido en uno de ellos.
Para variar, no queda ni el apuntador, y se termina con el fundido de la cámara cuando aparece (cómo no) Kattie, que apaga el aparato.
Un producto que, al lado del que dirigió Oren peli, da un huevo (como el que utiliza Irma para el exorcismo de su nieto), al lado de una castaña. Los malvados ya no sólo se esconden, y los demonios no se limitan a mover cosas y a hacer ruiditos.
A saber a donde nos llevará el expresso de “Paranormal Activity”… muchos ya decidieron apearse en otras estaciones. Especialmente los que probaron la sopa cuando había sólo piedras, y ya no quisieron tomar más.