No soy muy dado a tragarme producciones televisivas de tres horas, y mucho menos siendo la vida tan corta y teniendo tanto por hacer, pero digamos que existían elementos que me empujaron a ello. Como estos:

-El actor Patrick Bergin, que en “Las montañas de la luna” interpreta a uno de mis ídolos al explorador Richard Burton, y le tengo cierto apego.

-El tema vampírico y la enésima revisitación de una de las mejores novelas de toda la historia, “Drácula”.

-Que la mayor parte de la acción transcurriera en una de esas ciudades fantásticas y maravillosas como es Budapest.

-La actriz austríaca Muriel Baumeister, una de esas de toma pan y moja, en el papel de Lucy.

Y todo ellos conducido por un especialista de la televisión, con algunos trabajos bastante aceptables, como Roger Young, ya hizo que me decidiera del todo.

¿Y? Pues suspenso, la verdad. Con hora y media de película menos, con más planos de la Baumeister, menos tonterías psicodélicas, menos plagio de la de Coppola y más mirar en la novela, y por supuesto no hacer el ridículo en el final, hasta hubiese podido dar para un seis. Pero era mucho pedir, y en tiempos de crisis los milagros no existen. Al menos este no.