Inteligente y divertida, a veces profunda y otras veces no se sabe, Doris Dörrie ha labrado su carrera en el cine con un tema particular: el amor. En este asunto se le han ido buenas ideas y otras se le acomodan mientras sus personajes tratan de hallarse a sí mismos. En la soledad, en la tolerancia, en el egoísmo, en la injusticia, sus personajes se encuentran con la vida cotidiana y la padecen. Seguramente, muchos hemos llegado a descubrir algunos más de sus filmes después de haber visto el bello clásico Kirschblüten – Hanami (Cherry Blossoms o Cerezos en flor). Queríamos más. Sin embargo, los demás filmes apenas resultan interesantes cuando no muy flojos.
En el filme Der Fisher und Seine Frau (El pescador y su mujer) el tema vuelve sobre las relaciones de pareja y las condiciones por las cuales estas persisten en sus manías. La exploración, que podía ser muy buena, dada la ambientación biológica, apenas si alcanza a ser entretenida, pues los personajes se vuelve completamente insulsos y sus padecimientos y emociones se cruzan con malos diálogos y escasa profundidad narrativa. Creo que muchos continuaremos esperando que la directora alemana vuelva al pulso que ya ha demostrado tener.