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Voto de Manospondylus:
4
6,8
71
Serie de TV. Animación. Acción. Drama. Romance
Serie de TV (2004). 12 episodios. En una pequeña ciudad japonesa rodeada por la naturaleza silvestre hay un gran instituto llamado Otobashi Gauken, que fue fundado con la intencion de que el alumnado se relacionase con el medio ambiente. La historia empieza con Kurusugawa Himeko, una alumna normal y corriente que estudia en el Otobashi Gakuen. Pasa los días con sus dos amigas, Himekawa Chikane y Ogami Soma. Chikane es la hija de una ... [+]
18 de enero de 2019
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Kannazuki no Miko es un anime que puede resultar desconcertante a quien no tenga muy claro qué va a ver: una serie corta de demografía shōnen que mezcla de forma irregular drama escolar, mitología sintoísta, mecha y romance.
La trama sigue a Chikane y a Himeko, dos chicas de 16 años que son las reencarnaciones de dos poderosas miko (sacerdotisas sintoístas) y que por ello tienen la misión de detener a Orochi, el típico ente maligno que quiere destruir el mundo. El grupo de las Cabezas de Orochi prepara su regreso mientras las chicas intentan despertar a Ame no Murakumo (sí, el argumento se inspira vagamente en la conocida historia del dios Susanoo no Mikoto y la serpiente de ocho cabezas Yamata no Orochi, aunque no hace falta tener ningún conocimiento previo sobre este mito para entender la serie). A priori, la premisa no parece mala.
Sin embargo, se incluyen elementos que no pegan en absoluto con todo el rollo mitológico sintoísta, como la estética del grupo de villanos (una idol, una mangaka, una loli nekomimi vestida de enfermera, una especie de monja, un tío cachas con cadenas...) y, sobre todo, los mecha (robots gigantes pilotados, tipo Mazinger o Gundam). De hecho, en todo momento da la sensación de que esa tecnología no encaja en una historia de fantasía épica; y resulta evidente que si los mecha hubieran sido reemplazados por cualquier tipo de criatura mitológica japonesa (oni, tengu, dragones o cualquier otro tipo de kami o yōkai, como invocación o transformación), el resultado habría sido mucho mejor.
Por otro lado, Kannazuki no Miko está considerada una serie anime legendaria dentro del género yuri. Claro que muy probablemente se deba a que fue una de las primeras en mostrar una relación lésbica tan explícita ya que, aunque el manga yuri nació en los 70 (junto al shōjo), su popularización no se produjo hasta el presente siglo (la primera revista salió en 2003), y lo mismo puede decirse del anime, salvo por el hecho de que las primeras series de TV con contenido yuri no aparecieron hasta los 90. Claro que ser una pionera no la hace buena en absoluto.
El yuri (como el yaoi) es un género que tiende a repetir ciertas fórmulas y Kannazuki no Miko cumple con casi todo lo esperable (muchos de los tópicos ya estaban bien asentados en el manga), excepto por un problemático asunto que abordaré más adelante. A grandes rasgos, lo que se plantea es un simple triángulo amoroso de resolución predecible (cuadrado si contamos a Otoha, un personaje menor que no pinta nada). Evidentemente, las secuencias del opening y del ending no ayudan a mantener ninguna intriga, y por mucho que el guion pegue un par de giros locos que nos hagan dudar de cómo van a acabar las chicas, desde el primer capítulo está claro que Sōma sobra más que Kōga en InuYasha.
Asimismo, Kannazuki no Miko es un shōnen por lo que, lejos del realismo del josei y de la delicadeza del shōjo, el contenido yuri está más enfocado a contentar a chavales de instituto y, por supuesto, lleva una dosis considerable de fanservice. No quiero decir con esto que no pueda haber un yuri bueno de demografía shōnen, porque los hay, como Yagate Kimi ni Naru, sino que Kannazuki no Miko va a lo fácil y a lo obvio y, por lo tanto, no es el caso.
Con un guion tan extraño, los personajes son lo único que podría haber salvado la serie (además todo el peso de la historia recae sobre ellos). Desafortunadamente nos encontramos con que son simples y poco interesantes. Himeko es una cría chillona, vulnerable, dependiente y sumisa, que se pasa toda la serie detrás (y a la sombra) de alguien. Chikane es el prototipo de chica perfecta y misteriosa del manganime, de familia rica, con aire kudere y un claro ejemplo del cliché "even the girls like her", es decir, que su atractivo resulta irresistible incluso a las otras chicas (las que están de relleno por el instituto) independientemente de su orientación sexual (como en Utena). Además, la química entre ellas no está muy conseguida en la primera mitad de la serie y su relación pasa por algunos momentos especialmente desagradables en la segunda mitad.
Por otro lado, el tercero en discordia, Sōma, es un simple arquetipo de héroe shōnen apartado del papel de protagonista y convertido en un personaje unidimensional que sólo está ahí para proteger a Himeko e intentar en vano crear cierta incertidumbre respecto a si esta acabará con él o con Chikane (es decir, esto es un yuri).
Además de unos pocos personajes más de importancia nula, como Makoto que aparece y desaparece a conveniencia del guion y la prescindible familia adoptiva de Sōma, también tenemos a las Cabezas de Orochi que forman el grupo de villanos de la serie. A simple vista parece una cuadrilla ridícula con unas motivaciones cuestionables que va a dar más vergüenza que miedo, y no nos equivocamos. Su trasfondo (que podría haber dado para mucho) se explica en una escena de apenas 40 segundos y no se le da importancia. Eso sí, tras esa revelación queda claro que para haber sufrido tanto son muy poco callados y taciturnos, y muy gritones e insoportables.
Pero el principal problema que tengo con este anime es lo mal llevada que está la relación entre Himeko y Chikane. Esta última tiene un desarrollo inconsistente y desagradable que desemboca en unas interacciones con Himeko abusivas (un contenido excesivamente turbio para un anime de demografía shōnen que, sin embargo, está muy suavizado respecto al manga). Esto no sería un problema si esta serie tratara sobre violaciones y dependencia emocional, abordado además de forma trágica y realista; o si esto fuera una deconstrucción del género yuri. Desafortunadamente, Kannazuki no Miko intenta hacer pasar una relación tóxica por una historia de amor bonita y eso no cuela. Y aunque se da una explicación al final, esta no resulta del todo convincente y, por supuesto, no quita todo lo truculento. Si acaso, el que se intente justificarlo, lo hace incluso más lamentable.
(Continúa sin spoilers)
La trama sigue a Chikane y a Himeko, dos chicas de 16 años que son las reencarnaciones de dos poderosas miko (sacerdotisas sintoístas) y que por ello tienen la misión de detener a Orochi, el típico ente maligno que quiere destruir el mundo. El grupo de las Cabezas de Orochi prepara su regreso mientras las chicas intentan despertar a Ame no Murakumo (sí, el argumento se inspira vagamente en la conocida historia del dios Susanoo no Mikoto y la serpiente de ocho cabezas Yamata no Orochi, aunque no hace falta tener ningún conocimiento previo sobre este mito para entender la serie). A priori, la premisa no parece mala.
Sin embargo, se incluyen elementos que no pegan en absoluto con todo el rollo mitológico sintoísta, como la estética del grupo de villanos (una idol, una mangaka, una loli nekomimi vestida de enfermera, una especie de monja, un tío cachas con cadenas...) y, sobre todo, los mecha (robots gigantes pilotados, tipo Mazinger o Gundam). De hecho, en todo momento da la sensación de que esa tecnología no encaja en una historia de fantasía épica; y resulta evidente que si los mecha hubieran sido reemplazados por cualquier tipo de criatura mitológica japonesa (oni, tengu, dragones o cualquier otro tipo de kami o yōkai, como invocación o transformación), el resultado habría sido mucho mejor.
Por otro lado, Kannazuki no Miko está considerada una serie anime legendaria dentro del género yuri. Claro que muy probablemente se deba a que fue una de las primeras en mostrar una relación lésbica tan explícita ya que, aunque el manga yuri nació en los 70 (junto al shōjo), su popularización no se produjo hasta el presente siglo (la primera revista salió en 2003), y lo mismo puede decirse del anime, salvo por el hecho de que las primeras series de TV con contenido yuri no aparecieron hasta los 90. Claro que ser una pionera no la hace buena en absoluto.
El yuri (como el yaoi) es un género que tiende a repetir ciertas fórmulas y Kannazuki no Miko cumple con casi todo lo esperable (muchos de los tópicos ya estaban bien asentados en el manga), excepto por un problemático asunto que abordaré más adelante. A grandes rasgos, lo que se plantea es un simple triángulo amoroso de resolución predecible (cuadrado si contamos a Otoha, un personaje menor que no pinta nada). Evidentemente, las secuencias del opening y del ending no ayudan a mantener ninguna intriga, y por mucho que el guion pegue un par de giros locos que nos hagan dudar de cómo van a acabar las chicas, desde el primer capítulo está claro que Sōma sobra más que Kōga en InuYasha.
Asimismo, Kannazuki no Miko es un shōnen por lo que, lejos del realismo del josei y de la delicadeza del shōjo, el contenido yuri está más enfocado a contentar a chavales de instituto y, por supuesto, lleva una dosis considerable de fanservice. No quiero decir con esto que no pueda haber un yuri bueno de demografía shōnen, porque los hay, como Yagate Kimi ni Naru, sino que Kannazuki no Miko va a lo fácil y a lo obvio y, por lo tanto, no es el caso.
Con un guion tan extraño, los personajes son lo único que podría haber salvado la serie (además todo el peso de la historia recae sobre ellos). Desafortunadamente nos encontramos con que son simples y poco interesantes. Himeko es una cría chillona, vulnerable, dependiente y sumisa, que se pasa toda la serie detrás (y a la sombra) de alguien. Chikane es el prototipo de chica perfecta y misteriosa del manganime, de familia rica, con aire kudere y un claro ejemplo del cliché "even the girls like her", es decir, que su atractivo resulta irresistible incluso a las otras chicas (las que están de relleno por el instituto) independientemente de su orientación sexual (como en Utena). Además, la química entre ellas no está muy conseguida en la primera mitad de la serie y su relación pasa por algunos momentos especialmente desagradables en la segunda mitad.
Por otro lado, el tercero en discordia, Sōma, es un simple arquetipo de héroe shōnen apartado del papel de protagonista y convertido en un personaje unidimensional que sólo está ahí para proteger a Himeko e intentar en vano crear cierta incertidumbre respecto a si esta acabará con él o con Chikane (es decir, esto es un yuri).
Además de unos pocos personajes más de importancia nula, como Makoto que aparece y desaparece a conveniencia del guion y la prescindible familia adoptiva de Sōma, también tenemos a las Cabezas de Orochi que forman el grupo de villanos de la serie. A simple vista parece una cuadrilla ridícula con unas motivaciones cuestionables que va a dar más vergüenza que miedo, y no nos equivocamos. Su trasfondo (que podría haber dado para mucho) se explica en una escena de apenas 40 segundos y no se le da importancia. Eso sí, tras esa revelación queda claro que para haber sufrido tanto son muy poco callados y taciturnos, y muy gritones e insoportables.
Pero el principal problema que tengo con este anime es lo mal llevada que está la relación entre Himeko y Chikane. Esta última tiene un desarrollo inconsistente y desagradable que desemboca en unas interacciones con Himeko abusivas (un contenido excesivamente turbio para un anime de demografía shōnen que, sin embargo, está muy suavizado respecto al manga). Esto no sería un problema si esta serie tratara sobre violaciones y dependencia emocional, abordado además de forma trágica y realista; o si esto fuera una deconstrucción del género yuri. Desafortunadamente, Kannazuki no Miko intenta hacer pasar una relación tóxica por una historia de amor bonita y eso no cuela. Y aunque se da una explicación al final, esta no resulta del todo convincente y, por supuesto, no quita todo lo truculento. Si acaso, el que se intente justificarlo, lo hace incluso más lamentable.
(Continúa sin spoilers)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
Dicha justificación supone el giro de guion que nos encamina hacia un final cursi y con algún plano que raya en lo erótico, pero con poco contenido. El resultado es una conclusión que pretende ser emotiva, y lo sería si nos creyésemos a los personajes y nos pudiéramos identificar con ellos de algún modo, pero eso no ocurre; y deja la sensación de que todo el argumento existe únicamente para mostrar esa retorcida e inverosímil relación entre las chicas. Una relación enfocada desde una perspectiva muy idealizada que no ayuda demasiado, y que se había hundido hasta tal punto que los últimos y desesperados intentos por reflotarla, de cara al desenlace, son completamente inútiles.
Además, el desenlace resulta algo confuso (por no decir incoherente), porque contradice un par de detalles de la trama y deja otros tantos sin explicación alguna, y termina pareciendo una mala copia del final de Utena; por no mencionar que de alguna forma se resuelven sin explicación problemas que apenas se han abordado en la serie (me refiero a las vidas de las personas que se convertirían en las cabezas de Orochi en las que nunca llega a profundizarse).
Por lo demás, Kannazuki no Miko exhibe un dibujo discreto y una animación muy normalita que mejora algo durante los combates, dejado unos enfrentamientos muy movidos y aunque menos espectaculares que en otros anime de temática mecha. Como era frecuente en aquellos años, también hay algo de CGI conspicuo (en el sentido de que destaca por estar mal integrado en la imagen), pero lo más flojo son algunas escenas de destrucción que aparecen representadas por una tanda de imágenes estáticas, lo que anula el impacto que deberían causar. La música incidental, por otro lado, es buena y conecta muy bien con el apartado más místico y Sengoku, aunque en algunas escenas parece fuera de lugar.
Resumiendo, Kannazuki no Miko parte de una buena premisa, pero el aspecto mitológico está poco explotado y los mecha desentonan completamente, lo que termina transformándola en una curiosa mezcolanza de géneros y por desgracia no destaca en ninguno (como sekaikei no está del todo mal, aunque no llega a la altura de obras como Neon Genesis Evangelion, Devilman o Puella Magi Madoka Magica). Los personajes son muy flojos y las interacciones entre ellos saltan de lo aburrido a lo deplorable. Y cuando toda la historia se centra en los personajes y en sus relaciones, pues...
Aún así, Kannazuki no Miko sigue teniendo cierto prestigio en su género y encabezó los rankings de anime yuri (sí, en Japón hacen estas cosas de vez en cuando) hasta 2011, año en el que fue destronada por Madoka Magica (algo harto cuestionable al ser un anime sin contenido explícito que, de hecho, no se considera yuri; aunque, por otra parte, sí presenta un ligero y poco disimulado subtexto homorromántico -más intenso en la película- que lejos de servir de fanservice, es el motor de la trama). La fama de Kannazuki no Miko sólo puede entenderse revisando el contexto en el que apareció: una época en la que una oferta de anime mucho menor y una audiencia menos exigente hacían que todo lo que se saliera un poco del anime mainstream y trendy (como los shōnen del momento, Naruto, Bleach, One Piece...) fuera encumbrado a los altares del anime por el fandom otaku aunque no fuera especialmente bueno, y revisitarlo en la actualidad pueda ser altamente decepcionante (ejem, Elfen Lied).
Aspectos positivos: La mezcla de géneros, aunque caótica, puede tener su gracia. Hay algún combate rescatable, alguna escena... y la música incidental y la canción del ending están bien. Nada más.
Aspectos negativos: Himeko, es una protagonista muy floja, Chikane tiene una evolución innecesariamente siniestra y Sōma no aporta nada. La relación entre Himeko y Chikane es sumamente desconcertante. El triángulo amoroso tiene un desenlace predecible. Los antagonistas son molestos y están poco desarrollados. La trama incurre en varias contradicciones.
Puntuación: 4
Además, el desenlace resulta algo confuso (por no decir incoherente), porque contradice un par de detalles de la trama y deja otros tantos sin explicación alguna, y termina pareciendo una mala copia del final de Utena; por no mencionar que de alguna forma se resuelven sin explicación problemas que apenas se han abordado en la serie (me refiero a las vidas de las personas que se convertirían en las cabezas de Orochi en las que nunca llega a profundizarse).
Por lo demás, Kannazuki no Miko exhibe un dibujo discreto y una animación muy normalita que mejora algo durante los combates, dejado unos enfrentamientos muy movidos y aunque menos espectaculares que en otros anime de temática mecha. Como era frecuente en aquellos años, también hay algo de CGI conspicuo (en el sentido de que destaca por estar mal integrado en la imagen), pero lo más flojo son algunas escenas de destrucción que aparecen representadas por una tanda de imágenes estáticas, lo que anula el impacto que deberían causar. La música incidental, por otro lado, es buena y conecta muy bien con el apartado más místico y Sengoku, aunque en algunas escenas parece fuera de lugar.
Resumiendo, Kannazuki no Miko parte de una buena premisa, pero el aspecto mitológico está poco explotado y los mecha desentonan completamente, lo que termina transformándola en una curiosa mezcolanza de géneros y por desgracia no destaca en ninguno (como sekaikei no está del todo mal, aunque no llega a la altura de obras como Neon Genesis Evangelion, Devilman o Puella Magi Madoka Magica). Los personajes son muy flojos y las interacciones entre ellos saltan de lo aburrido a lo deplorable. Y cuando toda la historia se centra en los personajes y en sus relaciones, pues...
Aún así, Kannazuki no Miko sigue teniendo cierto prestigio en su género y encabezó los rankings de anime yuri (sí, en Japón hacen estas cosas de vez en cuando) hasta 2011, año en el que fue destronada por Madoka Magica (algo harto cuestionable al ser un anime sin contenido explícito que, de hecho, no se considera yuri; aunque, por otra parte, sí presenta un ligero y poco disimulado subtexto homorromántico -más intenso en la película- que lejos de servir de fanservice, es el motor de la trama). La fama de Kannazuki no Miko sólo puede entenderse revisando el contexto en el que apareció: una época en la que una oferta de anime mucho menor y una audiencia menos exigente hacían que todo lo que se saliera un poco del anime mainstream y trendy (como los shōnen del momento, Naruto, Bleach, One Piece...) fuera encumbrado a los altares del anime por el fandom otaku aunque no fuera especialmente bueno, y revisitarlo en la actualidad pueda ser altamente decepcionante (ejem, Elfen Lied).
Aspectos positivos: La mezcla de géneros, aunque caótica, puede tener su gracia. Hay algún combate rescatable, alguna escena... y la música incidental y la canción del ending están bien. Nada más.
Aspectos negativos: Himeko, es una protagonista muy floja, Chikane tiene una evolución innecesariamente siniestra y Sōma no aporta nada. La relación entre Himeko y Chikane es sumamente desconcertante. El triángulo amoroso tiene un desenlace predecible. Los antagonistas son molestos y están poco desarrollados. La trama incurre en varias contradicciones.
Puntuación: 4