Una película histórica confeccionada con cierto esmero y cuyas imágenes ofrecen un gran atractivo visual. Relata una historia amarga y violenta y está en todo momento condicionada positivamente por la interpretación llena de matices que ofrece Mark Damon, fascinante y generalmente desaprovechado actor cuyo dominio expresivo no deja de sorprender a lo largo de la película. Inició su carrera en Norteamérica y emigró después a Italia donde intervino en films de géneros diversos y más que nada en westerns no demasiado interesantes la mayoría. Otro gran actor como era Carlos Estrada que inició su carrera en Argentina y luego se afincó por un tiempo en España al igual que hicieron otros compatriotas suyos hace acto de presencia aunque el papel que tiene aquí no le permite el mismo lucimiento de otras ocasiones. La parte italiana del reparto está compuesta por una serie de intérpretes desconocidos en España y que brillan a la misma altura que actores españoles tan importantes como eran Cebrián, Mejuto y Pellicena. El film presenta algunos defectos y la narración pierde parte de su enjundia después de la primera hora pero el aficionado al cine histórico puede encontrar en ella todo lo que espera para pasar un buen rato con paisajes fotografiados con decoro y el peculiar tono interpretativo de Damon.