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Voto de Adrián Esbilla:
6
Thriller. Drama Los detectives Divinci (James Belushi) y Rodriguez (Tupac Shakur) se dedican a tender trampas a narcotraficantes para quedarse con la droga y el dinero, pero una noche matan a uno que resulta ser un agente de la DEA. Para poder salir airosos del embrollo, se hacen cargo de la investigación y tratan de cargarle el muerto a un falso culpable; un vagabundo les parece la persona más idónea. (FILMAFFINITY)
3 de agosto de 2009
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Policiaco de cierta solidez y no poca honestidad que se aparta decididamente de las corrientes principales del “thriller” de los noventa, ni imita (mal y superficialmente) a Tarantino, ni escoge el camino del tumulto destrozón y la pirotecnia en Dolby Surround, sino que prefiere remitirse a ciertas concepciones del cine de los 70, con ecos del Lumet de los frescos de corrupción policial (especialmente la menor “Distrito 34: corrupción total”) en versión de baja intensidad y una dignidad de “serie-b” con empaque. Adolece de un guión un tanto más férreo, abusando de la casualidad para enredar la madeja, con algunos cabos sueltos que se atan de manera algo efectista (aunque subyace en ello un fatalismo muy “noir”), y de una realización sobria pero carente de nervio en ocasiones (aunque con el elegante detalle de mantener la violencia en “off” y ciertas sutilezas narrativas que rehúyen el subrayado) que deja tocado el ritmo de la película, con un primer tercio notable que refleja bien la total amoralidad del dúo protagonista (no se sabe quién es peor bicho, el de la idea o el que lo sigue) unos parásitos del sistema que serán triturados por la propia maraña que ellos han creado (droga decomisada para estafar y matar a pequeños traficantes, alteración de pruebas, creación de culpables y testigos, etc...), y una segunda parte demasiado alargada y falta de angustia. Interpretada con solvencia, sigue con encomiable respeto las reglas del género (donde un pequeño movimiento siempre activa la catástrofe más descomunal) y aunque, desde luego le falte ambición merece una mayor atención que la que tuvo, es decir, ninguna.
Adrián Esbilla
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