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Voto de Adrián Esbilla:
6
Cine negro. Acción. Intriga Un tirador profesional mata a dos prisioneros trasladados de noche en un carro de policía. El guardia del carro, Tamon, es suspendido por seis meses. Entonces comienza su propia investigación de los asesinatos. ¿Quienes eran las víctimas, sus novias, quienes más estaban en el carro esa noche? Mientras investiga, otros mueren, accidentes inesperados ocurren, y varias pistas lo llevan hasta la agencia de acompañantes Hamaju. Su dueño está ... [+]
16 de diciembre de 2009
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un agradable trabajo de la primera etapa de la carrera del extraordinario talento Seijun Suzuki, que además de funcionar con total validez por si mismo y mostrar la notable desenvoltura profesional del director, sirve para conocer y contemplar la manera en la que Suzuki ayuda a construir un género no solo desde su base industrial sino también desde sus constantes estéticas. Un proceso de construcción análogo a la futura demolición del mismo que emprendería en breve, demostrando con claridad que para lanzarse a deconstruir primero hay que saber hacer, que para desmontar y forzar mecanismos hay que conocer su funcionamiento interno a la perfección.
De esta manera lo que queda aquí es un “thriller” por el carril que transpone al Japón de la época las coordenadas del “noir” y el misterio de la escuela norteamericana, tanto la cinematográfica en clave “b” (desde la fotográfica en claroscuro, al uso de la voz en “off” pasando por la férrea primera persona en punto de vista narrativo) como la literaria (con citas directas a Ellery Queen o William Irish) al que Suzuki incorpora sus propios intereses estilísticos; una irrefrenable querencia por el “pulp” y la estilización, ejemplificada en detalles como el francotirador que pega su chicle en la mirilla antes de disparar o la importancia de unas gafas de sol en la resolución. A lo que se suma un inicio y final extraordinarios, con detalles tan ingeniosos como la lectura de los carteles de peligro de la carretera a través de la lente telescópica del fusil, ejerciendo así tanto de señales para los personajes como para el espectador, o la rara abstracción del tiroteo entre los trenes.
Adrián Esbilla
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