Quizás alguna interpretación no esté a la altura de los protagonistas (el que hace de militar con pipa es horroroso), pero los actores lucen a un muy buen nivel, en especial el sargento comunista. El argumento es algo simple, pero un excelente guión desarrolla la historia con magistrales flash-backs, sin dejar un solo momento de conectar con el espectador. Vemos momentos de excelente humor, escenas sobrecogedoras, e instantes de puro lirismo ensamblados con total naturalidad.
La fotografía es soberbia, y sabe recoger planos magistrales como el ya mencionado congelado del suicida, u otros de igual calidad como puedan ser el de la inspectora avanzando en el cuadro con la cámara desenfocada, o el de las balas sobrevolando el cuerpo del sargento surcoreano. Y la escena final... sencillamente prodigiosa.
Sumamente recomendable por ser entretenida, estar muy bien realizada, por su alegato antibelicista y -sobre todo- por ser un bellísimo canto a la amistad.