Tras ver la magnífica trilogía de Kenshin no puedo evitar pensar en lo que podría haber sido otra película de samurais si la hubiesen querido hacer en serio; me refiero a la última trilogia de "Star Wars". Guión brillante, personajes poderosísimos en su definición y puesta en escena, una épica inconmensurable, emoción, magníficos duelos con los villanos secundarios y un final apoteósico ante un villano insuperable, un Shishio Makoto capaz de erigirse en uno de los mejores malos de la historia del cine. SI los guionistas de "Los últimos jedis" hubiesen visto esta trilogía, avergonzados se hubiesen escondido debajo de una piedra, ante el despropósito que han rodado los estadounidenses. Porque la película rezuma épica, gracias a una gran B.S.O., a unas grandes interpretaciones, y a los momentos de innegable belleza plástica, no solo en los combates, trufado de profundas reflexiones en las que se ensimisman todos los personajes. No, no es simplemente una película de tortazos. Es más, mucho más. ¿Queréis saber que es un héroe? No un héroe cualquiera, sino un héroe clásico, el definido por Homero en la antigüedad. Ese tipo de héroes. Pues en este filme hay varios. Decúbrelos. Vale la pena.