Peliculita de serie B y programa doble, de los años 50, donde la ingenuidad con que se abordaban los viajes espaciales, era propia de un género que aún parecía ser menor de edad. Así el viaje a la luna se transforma en una space-ópera, donde peligros monstruosos acechan a los astronautas, en una Luna ambientada erróneamente en un terreno desértico, claramente sedimentario y con estratos erosionados por el agua y el viento, algo que, obviamente no va con la Luna sino, en todo caso, con Marte. Y en las cavernas (¡¡!!) encuentran una civilización compuesta, exclusivamente, de pin-ups de largas piernas y vestidas de bañador, aunque, por motivos de censura, no enseñen un centímetro de piel. Pocos medios, la civilización se reduce a un decorado del interior de la sala del trono, con cortinas, lámparas de aceite ardiente y un look que recuerda vagamente a la Grecia clásica del cine mudo.

Guión lleno de tópicos, con uno de los astronautas vicioso, pendenciero y codicioso (ya sabemos como acabará), un líder fofisano y el objeto de la lujuria de las selenitas, una novia desesperada y otro astronauta, el más WASP, lleno de buenas intenciones. De remate, una araña peluda y gigantesca que corretea por una cueva.

Película ingenua, para adolescentes, propia de su tiempo, aunque tiene su encanto. En aquellos años se produjeron muchas como ésta.