Otra de tantas películas post-apocalípticas de los años 50, que no se distingue en nada de otras de su subgénero, pero cuyo análisis pormenorizado puede mostrarnos como ha evolucionado la sociedad occidental.

En la mayoría de estos filmes, gente contemporánea a la película, viaja por accidente a un futuro de la humanidad que suele ser post-apocalíptico, resultado de guerras atómicas. Y en la mayoría de los casos los supervivientes son sociedades adelantadas pero flojas, sin carácter, apocadas y nada viriles. Necesitan machos-alfa que les ayuden a desperezarse y espabilar. A su vez, están amenazados por alguna especie humana mutada salvaje y/o primitiva, completamente irracional y con los que no sirve el diálogo, sino la violencia que ejercerá el macho-alfa proveniente del pasado.

En estos filmes, la mujer es meramente decorativa y un trofeo para los machos-alfa. Como dice el villano en este filme, las mujeres "no han evolucionado a la par que los hombres y aún les fascina la virilidad y el liderazgo", basado en la testosterona. Y, por supuesto, son mujeres las que realizan las tareas del hogar y ponen la mesa a los viajeros del tiempo. ¡Y eso que estamos en 2585 !

En este filme, además, comete un acto imperdonable hoy en día. Viajeros y supervivientes, mutados o no, son blancos WASP sin ápice de influencia de otras razas. No hay afroamericanos, hispanos, pieles rojas o gente de origen asiático. Una sospechosa uniformidad racial propia de los filmes de los años 50. Al menos en este filme no aparece un mensaje religioso, algo extraño si recordamos el final del filme sesentero de "La Guerra de los mundos".

En fin, filme entretenidillo de sci-fi cincuentera, tópico y típico. No esperéis mucho más.