No hay mucho que rascar hoy en día en un género tan vapuleado como la ciencia-ficción. O son superproducciones palomiteras, o rollos pseudofilosóficos de director encantado de conocerse o cutreces de serie B con títulos que acaban en -eitor y suelen incluir en su título algo tipo "letal" "robot" o "mortal".

Por eso películas como Kill Command se agradecen. No tienen grandes presupuestos y renuncian al mega espectáculo. Las dirige gente a la que el gusta el tema pero que tampoco se creen el ombligo del universo y no renuncian al entretenimiento, que es la base de este negocio.

Kill Command es modesta en producción e intenciones, pero tiene un tono de honestidad que la dignifica. Vale, marines coloniales, robots asesinos, cyborgs rubias... Es cierto que esto lo hemos visto decenas de veces, pero aquí se nos muestra de forma comedida, sin cargar las tintas demasiado y sin que los tópicos resulten exasperantes. El guión trata al espectador como un ser inteligente al que no hace falta explicarle todo. La narración es fluida, los actores cumplen con su papel y todo es razonablemente satisfactorio.

No es una obra maestra, pero tampoco lo pretende. Es sencilla y entretenida y ojalá los aficionados al tema pudiésemos ver más de éstas.