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Voto de AngelsRup:
7
5,0
69
Comedia. Drama
Jesús, el encargado de las incineraciones del Tanatorio Municipal, está metido en un fraude de reciclaje de ataúdes. Por ello guarda cadáveres en su casa de los que se va deshaciendo regularmente. Rafa, un joven empresario y vecino suyo, lo descubre, pero cuando se dispone a denunciarlo a la policía mata por accidente a su socio durante una absurda discusión. Rafa decide ocultar el cadáver por su cuenta. Desde ese momento descubrirá lo ... [+]
26 de abril de 2013
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
El guión de la película está inspirado en hechos reales sucedidos en Málaga hace años con el caso Parcemasa, traído a nuestro momento de crisis donde unos estafadores usan la picaresca para que su funeraria siga siendo buen negocio.
Es una película para televisión que combina el suspense con la comedia negra. Tiene unos puntos divertidísimos, aunque en ocasiones el ritmo decae un poco y llegas al final con ganas de seguir un ratito más con esa familia de patanes entrañables.
El estafador que recicla ataúdes y que como jefe de la funeraria es un cabrón que abusa de su personal. El padre de familia que guarda los cadáveres en su casa para deshacerse de ellos poco a poco, despedazándolos y cuyo vecino descubre y está a punto de denunciar, pero que cambia de idea tras un dramático suceso. En el transcurso de la historia hay momentos en los que el ritmo decae, sobre todo una vez presentados a los personajes, pero que se anima cuando el vecino entra en acción, teniendo un par de momentos hilarantes y consiguiendo finalmente que te quedes con ganas de un poco más, debido a la duración del metraje (85’).
Es una película sencilla, una historia que pudiendo tener una intención enrevesada, tal y como se nos presenta podría ocurrirnos a cualquiera que se viera abocado a usar la picaresca para mantenerse en estos tiempos de crisis. Incluso la música es sencilla, pero no por ello trivial: unos cuantos acordes acompañan las escenas de tensión, evitando dotarlas de nerviosismo del volumen alto o sonido chirriante sin quitarles grado de incertidumbre y añadiendo un toque de comicidad. Esa banda sonora es un acompañamiento muy conseguido acorde con el carácter de la familia protagonista: cotidiana, normal, pícara sin ser delincuente y cómica sin pretenderlo.
Todos los actores hacen un trabajo muy creíble, quizás se tenga esa impresión gracias a la cotidianeidad que rodea el fraude que comenten y que, aun siendo macabro y terrible, consigue verse como un aspecto curioso del delito integrado en sus hábitos de vida. Desde luego no es casual la credibilidad en los actores principales (A. Sánchez y A. Collado) por su buen hacer profesional, apunte especial a la esposa del incinerador (Yolanda Ramos) que resulta tan real como que es ella misma, puesto que pocas veces se la ve en un registro diferente. El resto del reparto encara con pinceladas de humor su serio trabajo.
Hace pasar un rato muy divertido y da qué pensar… no es lo mismo trocear docenas de cadáveres que acabar con la vida de alguien… total… los cadáveres ya están muertos, aunque a veces se resistan a ser enterrados o incinerados…
En mi spoiler transcribo lo que el director desvela de la trama de su película
Es una película para televisión que combina el suspense con la comedia negra. Tiene unos puntos divertidísimos, aunque en ocasiones el ritmo decae un poco y llegas al final con ganas de seguir un ratito más con esa familia de patanes entrañables.
El estafador que recicla ataúdes y que como jefe de la funeraria es un cabrón que abusa de su personal. El padre de familia que guarda los cadáveres en su casa para deshacerse de ellos poco a poco, despedazándolos y cuyo vecino descubre y está a punto de denunciar, pero que cambia de idea tras un dramático suceso. En el transcurso de la historia hay momentos en los que el ritmo decae, sobre todo una vez presentados a los personajes, pero que se anima cuando el vecino entra en acción, teniendo un par de momentos hilarantes y consiguiendo finalmente que te quedes con ganas de un poco más, debido a la duración del metraje (85’).
Es una película sencilla, una historia que pudiendo tener una intención enrevesada, tal y como se nos presenta podría ocurrirnos a cualquiera que se viera abocado a usar la picaresca para mantenerse en estos tiempos de crisis. Incluso la música es sencilla, pero no por ello trivial: unos cuantos acordes acompañan las escenas de tensión, evitando dotarlas de nerviosismo del volumen alto o sonido chirriante sin quitarles grado de incertidumbre y añadiendo un toque de comicidad. Esa banda sonora es un acompañamiento muy conseguido acorde con el carácter de la familia protagonista: cotidiana, normal, pícara sin ser delincuente y cómica sin pretenderlo.
Todos los actores hacen un trabajo muy creíble, quizás se tenga esa impresión gracias a la cotidianeidad que rodea el fraude que comenten y que, aun siendo macabro y terrible, consigue verse como un aspecto curioso del delito integrado en sus hábitos de vida. Desde luego no es casual la credibilidad en los actores principales (A. Sánchez y A. Collado) por su buen hacer profesional, apunte especial a la esposa del incinerador (Yolanda Ramos) que resulta tan real como que es ella misma, puesto que pocas veces se la ve en un registro diferente. El resto del reparto encara con pinceladas de humor su serio trabajo.
Hace pasar un rato muy divertido y da qué pensar… no es lo mismo trocear docenas de cadáveres que acabar con la vida de alguien… total… los cadáveres ya están muertos, aunque a veces se resistan a ser enterrados o incinerados…
En mi spoiler transcribo lo que el director desvela de la trama de su película
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
En 2002 saltó el escándalo de las incineradoras de Málaga, y Antonio Cardiel (co-guionista) y yo pensamos que una historia tan de novela picaresca podría ser un buen guión, tratado como comedia negra. El punto de partida eran los hechos: En un rutinario control de tráfico detienen a un hombre que lleva en el maletero bolsas con restos humanos de los que, presionado por su familia, se iba a deshacer tras guardarlos en su casa. Era el ex incinerador del Tanatorio Municipal implicado en inhumaciones clandestinas
Con el guión no quisimos tratar en serio un asunto así, sino tomar como base sus aspectos más llamativos sin caer en la tesis o denuncia, sacándole punta al sarcasmo apoyándonos en los personajes y con diálogos cargados de ironía
Se nos ocurrió una trama paralela: un vecino del exincinerador descubre su secreto pero casi inmediatamente se ve obligado a callar al encontrarse él mismo con su socio muerto entre los brazos, convirtiéndose en falso culpable. El vecino entierra a su muerto en el lugar donde el empleado del Tanatorio lo hace con los suyos. Sin embargo el muerto, por diferentes razones (grotescas y kafkianas) se niega a desaparecer.
En algunas películas de Buñuel o Berlanga, a causa de los azares más peregrinos, los personajes son incapaces de hacer algo concreto: un grupo de amigos no puede salir de una habitación, o sentarse para cenar; un empleado no puede pagar la última letra del motocarro la noche de Navidad, o un grupo de soldados de primera línea no puede robar al enemigo una vaquilla para comérsela. Esa misma imposibilidad da a la historia un clima asfixiante e irreal, igual que el vecino, no puede deshacerse del cuerpo de su socio
Al principio Rafa aparece como un hombre de mundo, culto, inteligente y seguro de sí mismo pero a partir de ese momento se vuelve un manojo de nervios y un guiñapo. Tiene un extraño -y lógico- sentimiento de culpa. Los espectadores querríamos socorrerle, avisarle de los peligros que le acechan ya que conocemos todo lo que pasa a su alrededor, menos el final, preguntándonos cómo saldrá del marrón en que se ha metido
El ritmo del guión es “sin prisa pero sin pausa”, acelerando con el avance de la película. Hay algún plano-transición muy breve que resalta ese ritmo: Al principio, un primer plano de una caja de latón llena de cenizas junto a la chimenea en casa del empleado del Tanatorio mientras hace fuego en el salón. Una vez estallado el escándalo, mediada la historia, el mismo plano con la caja vacía. Otro plano, fijo y cercano, en el jardín de Jesús de un montón de leña. Al final, cuando ya no hay motivos para encender la chimenea, el mismo plano con menos leña. Son brevísimos instantes en que paramos el relato, para recuperar el aliento y retomar el ritmo con mayor frenesí
Respecto al tono de la narración el humor negro era lo más natural. La ironía debía atravesar toda la historia huyendo de imágenes escabrosas o tenebrismo. En la filmografía de los hermanos Coen ocurre que la estupidez de muchos personajes se esconde tras una máscara de seriedad. CENIZAS debe ir en esa dirección, añadiéndole la sutil comicidad de algunos aspectos cotidianos. La ética (o su falta) de algunos personajes redunda en ese humor negro. Como las discusiones que tiene Jesús con su mujer e hijos: le censuran su conducta no por cuestiones éticas sino por miedo a que lo pillen (como acaba ocurriendo) y perder el ritmo de vida de nuevos ricos. El roquero con adicciones que pretende ser empresario de muebles, la empleada de la Funeraria que siente que su amante la engaña con su propia esposa y decide destapar el fraude, o la candidez de los policías con sus teorías inverosímiles aplicadas al un caso evidente que son incapaces de comprender… Todo este mosaico humano ayuda en gran medida a ese humor cáustico que basa el guión
Con el guión no quisimos tratar en serio un asunto así, sino tomar como base sus aspectos más llamativos sin caer en la tesis o denuncia, sacándole punta al sarcasmo apoyándonos en los personajes y con diálogos cargados de ironía
Se nos ocurrió una trama paralela: un vecino del exincinerador descubre su secreto pero casi inmediatamente se ve obligado a callar al encontrarse él mismo con su socio muerto entre los brazos, convirtiéndose en falso culpable. El vecino entierra a su muerto en el lugar donde el empleado del Tanatorio lo hace con los suyos. Sin embargo el muerto, por diferentes razones (grotescas y kafkianas) se niega a desaparecer.
En algunas películas de Buñuel o Berlanga, a causa de los azares más peregrinos, los personajes son incapaces de hacer algo concreto: un grupo de amigos no puede salir de una habitación, o sentarse para cenar; un empleado no puede pagar la última letra del motocarro la noche de Navidad, o un grupo de soldados de primera línea no puede robar al enemigo una vaquilla para comérsela. Esa misma imposibilidad da a la historia un clima asfixiante e irreal, igual que el vecino, no puede deshacerse del cuerpo de su socio
Al principio Rafa aparece como un hombre de mundo, culto, inteligente y seguro de sí mismo pero a partir de ese momento se vuelve un manojo de nervios y un guiñapo. Tiene un extraño -y lógico- sentimiento de culpa. Los espectadores querríamos socorrerle, avisarle de los peligros que le acechan ya que conocemos todo lo que pasa a su alrededor, menos el final, preguntándonos cómo saldrá del marrón en que se ha metido
El ritmo del guión es “sin prisa pero sin pausa”, acelerando con el avance de la película. Hay algún plano-transición muy breve que resalta ese ritmo: Al principio, un primer plano de una caja de latón llena de cenizas junto a la chimenea en casa del empleado del Tanatorio mientras hace fuego en el salón. Una vez estallado el escándalo, mediada la historia, el mismo plano con la caja vacía. Otro plano, fijo y cercano, en el jardín de Jesús de un montón de leña. Al final, cuando ya no hay motivos para encender la chimenea, el mismo plano con menos leña. Son brevísimos instantes en que paramos el relato, para recuperar el aliento y retomar el ritmo con mayor frenesí
Respecto al tono de la narración el humor negro era lo más natural. La ironía debía atravesar toda la historia huyendo de imágenes escabrosas o tenebrismo. En la filmografía de los hermanos Coen ocurre que la estupidez de muchos personajes se esconde tras una máscara de seriedad. CENIZAS debe ir en esa dirección, añadiéndole la sutil comicidad de algunos aspectos cotidianos. La ética (o su falta) de algunos personajes redunda en ese humor negro. Como las discusiones que tiene Jesús con su mujer e hijos: le censuran su conducta no por cuestiones éticas sino por miedo a que lo pillen (como acaba ocurriendo) y perder el ritmo de vida de nuevos ricos. El roquero con adicciones que pretende ser empresario de muebles, la empleada de la Funeraria que siente que su amante la engaña con su propia esposa y decide destapar el fraude, o la candidez de los policías con sus teorías inverosímiles aplicadas al un caso evidente que son incapaces de comprender… Todo este mosaico humano ayuda en gran medida a ese humor cáustico que basa el guión