Es mentira que el mejor cine de la actualidad se haga en televisión, pero si es cierto que un gran porcentaje del más puro y libre representante de este arte surge de la pequeña pantalla, siendo Reino Unido y Estados Unidos los focos principales de esta nueva corriente que inició la HBO y que la BBC ha ido respaldando de un tiempo a esta parte, de forma cada vez más habitual. Si bien el éxito europeo del año a nivel de crítica y público fue la miniserie "Black Mirror", esta "Great Expectations" se suma a la otra pieza maestra de la BBC ("Women in Love" de Miranda Bowen) como un pequeño tesoro que sirve para celebrar el bicentenario del nacimiento de Charles Dickens. Y qué mejor para ello que coger a uno de los directores del medio con mejor curriculum, Brian Kirk (habitual de la HBO, en series como "Boardwalk Empire" o "Juego de tronos"), y a una guionista con visión, Sarah Phelps, para dar forma a una miniserie de tres episodios claramente diferenciados pero igualmente notables.

"Great Expectations" (o "Grandes esperanzas") funciona desde el primer momento, con unas secuencias en las que una niebla ocupa casi toda la pantalla y de la que salen los primeros personajes. Esa niebla pronto se instala en el corazón de un protagonista humilde que aspira a más y que lo logra, llegando a ser un respetable caballero gracias a un benefactor anónimo. No quiero decir más de la trama (aunque no hay nada que no se sepa ya) por lo que lo único que resta es reincidir en la buena labor del director, en la habilidad de la guionista para resumir sin dar la impresión de que faltan datos, permitiendo a sus personajes respirar y posicionarse, sin inflar necesariamente ni edulcorar esa historia de (des)amor vivida por el protagonista. Sus notables interpretaciones (ni uno chirría, están todos fantásticos) y su tono, más cercano al gótico de "Drácula de Bram Stocker" que a las producciones habituales de época, dan todas las claves para que "Great Expectations" no se quede en esperanzas y se convierta en hechos. Una buena miniserie de tres episodios que suman en total 180 minutos de buen cine, destinado a la pequeña pantalla pero digno de la mayor de ellas.