"El reno blanco" tiene un aroma puramente europeo, se ciñe a unos códigos que hacen que prefiera insinuar que mostrar, encuentra en la metáfora un arma de sugerencia mucho más valiosa y atractiva que en el impacto visual y recuerda, por su uso de maleficios y otro tipo de supersticiones, al cine de Tourneur con dos referentes claros en mente: "Yo anduve con un zombi" y especialmente "La mujer pantera". Como en éstos, no hay nada sobrenatural venido del averno, todo se inicia a modo de leyenda, de cuento macabro, presentado mediante una especie de nana en finlandés. Poco después observamos a una mujer despidiéndose de su esposo, y cómo en su soledad, despechada, acepta un pacto para ser deseable para los demás hombres.

Erik Blombert (que principalmente era director de fotografía) reinventa los códigos del vampirismo y de un porrazo los introduce en un contexto social donde no se deja títere con cabeza. Una malsana representación de la mujer, no mucho mejor la de los hombres y una figura fantasmagórica, un reno blanco atravesando paisajes nevados, son elementos suficientes para convertir el film en algo digno de verse y disfrutarse. Su ajustada duración ayuda -como en los films de Tourneur- a que no se haga pesada y el impacto se condense en ciertos momentos clave, en lugar de estirar el metraje con situaciones de relleno. Un film atractivo que, sin duda, merece ser visionado por todos los seguidores del buen cine europeo, de cine fantástico de antes o, directamente, por quien quiera descubrir una de las interpretaciones del vampirismo más originales que se han hecho para la gran pantalla.