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España España · Madrid
Voto de paki:
8
Cine negro. Drama Un juicio da un giro sorprendente cuando Edward Weldom, presidente del jurado, tiene que dar el voto decisivo en un caso que podría significar la muerte para una joven juzgada por asesinato. La decisión que toma causa un gran revuelo en la prensa. A pesar de sufrir todo tipo de presiones por parte de los periodistas, Edward se mantiene firme y declara que si las circunstancias fueran otras, incluso si se tratase de un miembro de su ... [+]
21 de abril de 2010
12 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay fotos antiguas, color calamar, metidas en recónditos cajones, que guardan historias de antepasados de los que, remotamente, hemos oído hablar, y que, sin embargo, sentimos que están vivos, circulando por nuestro color de pelo o la forma de nuestros ojos. También hay películas que nos parecen tan antiguas que, cuando las ponemos en casa, las oímos casi crepitar o renquear y parece que van a volatilizarse en una nube de cenizas en medio de nuestra habitación, según las vemos. Y, sin embargo, muchas de esas películas tienen de antiguo solo la fecha, porque, por oficio, por arte, por curiosidad o por belleza, tienen el sello de lo inmortal, o sea, que no tienen edad, al menos, para morirse nunca. Yo creo que ésta es una de las que habría que ver por su curiosidad. Y por la forma en que está realizada. Es de corta duración, poco más de una hora, y la mitad de ella está rodada en tiempo real... tic...tac... según el reloj se acerca a la medianoche, y al tiempo en que una persona puede morir o vivir, según... Y consigue transmitirte el desasosiego y la tensión de la espera... tic... tac... de una forma nerviosa y magistral...

Otra cosa interesante de la película es el tema escogido: la justicia. Ni más ni menos. Y, para concretar más, sobre si tenemos igual percepción de la justicia, según seamos jueces o juzgados. De si para nosotros se hicieron los atenuantes y para los demás los agravantes; que si lo que en nosotros vemos como un "error" en los otros es un "delito"; y que, si la "vara" de la justicia, para el resto es para castigar, para nosotros debería ser para medir... Pues claro, es humano que la ley que más nos guste sea la del embudo, y, por eso mismo, se han el resto de las ochocientas mil leyes: para protegernos colectivamente de la ley individual de cada uno. En esta película vemos a un señor muy recto y muy justo que encuentra una nueva utilización de la justicia: ni vara, ni regla, es, directamente, una pértiga, para saltársela según convenga. Aquí aplicamos la ley con toda su dureza, y aquí nos la saltamos olímpicamente... Y los políticos confirmando o desmintiendo, y los periodistas grabando o mirando para otro lado. Y todo eso en media hora... tic... tac... Muy entretenido, sí. Y muy edificante.

Por todo eso, y por unas imágenes tan expresivas como solo supieron hacerlas al salir de un cine mudo, donde cada imagen era mucho más que mil palabras... Esas manos, muy diferentes, de un jurado: nerviosas, prepotentes, vacilantes, despreocupadas, ignorantes, ansiosas, decididas... que decían mucho más que muchos folios de guión y que un derroche de planos. Por todo eso, supe, nada más empezar la peli que no iba a volatizarse en el aire, porque no era antigua, ni vieja, era, una vez más, la vida misma.

Bueno, moderna, moderna, no es. A ver: Humphrey es un chavalote que está de becario en una empresa italiana de Chicago, o algo así... Pero el temita no puede ser más actual, eso sí...
paki
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