Al parecer, las películas que abordan los problemas de pareja no están de moda. Vivimos en una época en que la prisa y el hacer por hacer parecen ocupar todo nuestro tiempo. Nos queda poco o ningún tiempo para amar profunda y sinceramente. Yo, que me he casado dos veces y me he divorciado otras tantas, puedo afirmar sin temor a equivocarme, que esta película, sin ser nada excepcional, aborda de manera sencilla y sincera el desgaste del amor y el alejamiento de ambos miembros de una pareja por el discurrir del tiempo. Pero también aborda algunas claves para volver a encender la llama: tratarse bien, respetarse mutuamente, no dejar paso a terceras personas y ser pacientes. Tal vez, si hubiese tenido en cuenta estos simples consejos hubiese podido salvar alguno de mis matrimonios. ¡Bien por la historia y por el guión!

En cuanto a los otros aspectos de la película, considero que las actuaciones están ajustadas, la puesta en escena resulta correcta y el director ha sabido evitar tanto el melodrama (llanto y crujir de dientes incluidos) como lo empalagoso de muchas reconciliaciones cinematográficas. Todo se desenvuelve dentro de la normalidad. ¡Y es de agradecer!

En definitiva, es un producto correcto y equilibrado, sin grandes aspiraciones, pero más que aceptable en sus resultados entre tantas películas exageradas y tanta violencia gratuita. He pasado un rato agradable viendo esta película y, por los aspectos que me tocan de cerca, probablemente no la olvidaré, al menos durante algún tiempo. ¡Es más de lo que puedo decir de muchas otras películas que he visto recientemente!