Siempre que veo una película basada en esa enfermedad me quedo asombrada con la forma de tratarla que tienen. No hay ninguna posibilidad de que nada de lo que haga o diga un enfermo de ella tenga la más mínima gracia, y desde luego, tampoco de que tenga un momento de lucidez y de repente nos reconozca, nos hable de forma congruente y se porte de una forma mínimamente coherente si no es en sus primeras manifestaciones.
Dicho esto y al margen, no me ha gustado demasiado la peli. El amor no todo lo puede, señores. No. Eso es un cuento para crédulos. Tú no te metes en una residencia por iniciativa propia y pagas un pastón por estar al lado de alguien que no te reconoce y que no entiende lo que dices por mucha cara que ponga de llevar un par de cigarrillos de la felicidad encima. A los tres minutos ya deberías darte cuenta de que eso es un tiempo perdido. Si hubieras ido a verla, a cogerle de la mano y a dejar pasar el rato, aún...
En fin; son buenas las intenciones, y no lo hacen mal los actores, sobre todo me gusta Brian Cox, pero poco más. Quizá a la próxima les salga mejor a los directores.