La película queda muy enmarcada en una realidad puntual: la hegemonía del partido de la Democracia Cristiana (DC), omnipresente en el poder de Italia desde la postguerra, partido de innegables nexos con parte del episcopado católico italiano.
Basada en una novela, el film intenta denunciar de manera metafórica, durante un retiro espiritual en un lugar futurista, la hipocresía, la ambición de poder, el doble discurso, la soberbia y los instintos más bajos de la clase gobernante italiana.
Pero la denuncia se convierte en una caricatura grotesca, donde los distintos dirigentes (políticos, empresarios, funcionarios) son personas de conductas aberrantes, mentirosas, atrapadas por las pasiones más bajas e inmundas pero en sus labios palabras altruistas y honorables. Así también está mostrada la jerarquía católica, llena de autoritarismos y dobles discursos, y una religiosidad plagada de ritos supersticiosos y vacíos de contenido, un verdadero espanto, propio de 'El jardín de las delicias' de El Bosco. El cura predicador, interpretado por el gran Marcello Mastroianni, es detestable.
Incluso se adivina en el pusilánime, temeroso, reprimido, decente pero a la vez vanidoso personaje del presidente, que protagoniza Gian María Volonté, al primer ministro Aldo Moro, un político respetado por todo el arco político, secuestrado y asesinado por las Brigadas Rojas dos años después del film (suceso que personificará el mismo actor, en la interesante película 'El caso Moro').
La película se explica en que la DC se había anquilosado en el poder, luego de darle grandes beneficios en la reconstrucción italiana post Mussolini; y también se entiende que la intervención en las altas esferas de algunos altos prelados de la Iglesia resultaba objetable para muchos italianos, católicos o no. Ese anquilosamiento daba lugar a corrupciones y una fatiga en el pueblo, a pesar de ganar repetidamente las elecciones.
La denuncia tiene un tono abominable y chocante, donde nada de ese grupo de dirigentes es rescatable, donde la práctica religiosa se convierte en un fetichismo enfermizo, absurdo y superficial, donde todo tiene un carácter ridículo y extravagante. Y los aspectos estimables del film, como son sus originales escenarios, con esculturas simbólicas, y las buenas actuaciones de Volonté y Mastroianni, se pierden y se desvalorizan ya que el film provoca una repugnancia nauseabunda demasiado injusta hacia una clase gobernante y religiosa perfectible y criticable.
Y se termina dando la impresión de que más que una crítica metafórica justa, es un panfleto anti DC y anti Iglesia, que el guionista adoptaba en forma personal, ya que fue diputado del Partido Radical, una escisión del Partido Comunista al que adhirió gran parte de su vida.
Por esa crítica despiadada, caricaturesca, agresiva, sin matices, esperpéntica, mi baja nota. A pesar de los geniales Volonté y Mastroianni. No está mal que el cine toque temas políticos, sí que 'haga' política.
Recomiendo, para conocer desde un costado crítico pero más equilibrado esa época histórica italiana, 2 films: el ya nombrado 'El caso Moro' -Ferrara, 1986-, y 'El Divo' -Sorrentino, 2008- (sobre la vida de Andreotti).

Nota 1 (uno)