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Voto de antonalva:
7
Drama Cuando Julieta está a punto de abandonar Madrid para irse a vivir a Portugal, se encuentra por casualidad con Bea, una antigua amiga de su hija Antía, a la que no ve ni sabe nada desde hace años. Bea le cuenta que vio a Antía en el lago Como, en Italia, y que tiene 3 hijos. Aturdida por la noticia, Julieta cancela su viaje a Portugal y decide escribir sobre su hija, desde el día en que conoció a su padre durante un viaje en tren... ... [+]
11 de abril de 2016
66 de 71 usuarios han encontrado esta crítica útil
Regreso del mejor Almodóvar tras varias películas fallidas, quizás su mejor obra de la última década. Vuelve a uno de sus géneros favoritos: el melodrama. Su protagonista sufre y padece, pero el acierto está en velar dicha aflicción y dejarla fuera de campo, al albur de la imaginación del espectador, como si su director fuera pudoroso y se limitara a plantear el folletín pero hurtándonos, por decoro, la catarsis. Es el espectador quien deberá de completar la proyección con lo que tan sólo se apunta o sugiere durante su metraje, por ello, si te dejas seducir por la tragedia planteada saldrás recompensado, pero aquellos otros insensibles al dolor o que rehúyen la congoja y la frustración, se encontrarán con una propuesta adusta, morosa y sin facilidades que les resultará ajena.

El tormento de la pérdida. La crueldad de la separación. La desdicha del abandono. Y todo ello aderezado con el infierno atroz del sentimiento de culpa que te corroe las entrañas y anula tu existencia. El centro de gravedad que articula la trama reside en dos personajes ausentes (o que desaparecerán) y resulta meritorio poner en pie el relato a partir de un vacío que no hay forma de contener ni abarcar, que lo inunda todo y anega todo porvenir. Dar cuerpo a esa fatalidad, a ese drama, a esa angustia, no es cosa fácil. Y Almodóvar apuesta por el camino más difícil: la austeridad. Hay contención en los gestos, moderación en las expresiones emocionales, un ascetismo estético que parece ir contra el sello fallero y exuberante que le ha dado fama. Pero es esa templanza y mesura la que ahonda la medida de la desventura desoladora. Cuando se ha perdido todo, no queda nada.

Es una apuesta arriesgada que me temo no encontrará un público propicio que esté dispuesto a transitar este seco calvario de una mujer ahíta de quebrantos. Pero merece la pena porque nos muestra a un artista el pleno domino de su oficio, mejor guionista que nunca, excelente director de actrices (Emma Suárez y Adriana Ugarte están soberbias, Rossy de Palma e Inma Cuesta dotan de alma a unos breves personajes que podrían haber naufragado) y sabio planificador de secuencias, acertando con el tono y la textura, sin digresiones ni atajos, sin el alivio del humor ni el consuelo de la dicha. Y con un final redondo, de los mejores de su filmografía.

No es una película fácil ni liviana, pero se le hará justicia con el paso del tiempo porque, como todo paisaje memorable, a veces hay que escalar una ingrata montaña para poder apreciarlo.
antonalva
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