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Voto de antonalva:
6
Comedia. Drama Costi es un joven padre de familia que vive en Bucarest. Le gusta leer las aventuras de Robin Hood a su hijo de 6 años por la noche, para que se duerma. Un día, su vecino le comenta que está seguro de que hay un tesoro enterrado en el jardín de sus abuelos. Si Costi le ayuda alquilando un detector de metales y acompañándole, compartirá el tesoro con él. Inicialmente escéptico, y a pesar de todos los obstáculos, Costi se deja llevar por la aventura… (FILMAFFINITY) [+]
19 de diciembre de 2016
16 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
Fábula sobre la ilusión, sobre la necesidad de soñar y creer en un mundo mejor lleno de riquezas y alhajas. De la tierra al cielo, de lo umbrío al cenit diurno. El tránsito no es fácil pero bastan apenas unos días para recorrer la distancia que separa la monotonía de la quimera, para cerrar la brecha existente entre el sinsabor diario y el festín festivo. Parábola sobre los buenos sentimientos y la inocencia, como si bastara un espíritu puro y candoroso para obrar el milagro de la utopía. El paraíso está en nosotros mismos y en nuestra capacidad para transformar la vida y entusiasmarnos con lo imposible.

Quizás hayamos perdido el candor para poder creer en historias positivas o edificantes, sobre todo si provienen de una cinematografía que nos mantiene aferrados a la acritud, el abatimiento y la desmoralización. Sin embargo, en esencia la realidad rumana es reflejada con similares características como en otras obras coetáneas: mendacidad, corruptelas, falta de dinero y ausencia de futuro. Pero con estos mismos mimbres, se urde aquí una trama simple e ingenua que retrata el desánimo cotidiano pero apunta, sin embargo, hacia la credulidad en los milagros inverosímiles. No en vano el relato comienza con la lectura de un pasaje de Robin Hood, como si la vida se redujera a una lucha entre buenos y malos – y sólo cupiera, siempre, el éxito maniqueo de uno de los dos contendientes.

Comedia del absurdo, sepulcro de la sensatez, elogio de la infancia y crítica a la fatal madurez, apología de la esperanza y censura del desánimo. El aroma surrealista que exhalan la mayoría de las escenas supone un remanso de paz y subrayan el reproche hacia la narración cartesiana donde lo admisible se ha de imponer sobre la fantasía o el portento. Nada está escrito hasta que lo escribimos y aun entonces cabe la enmienda de la goma de borrar. La sencillez no está reñida con la profundidad y de las narraciones apócrifas surgen dádivas imprevistas que nos alborozan el corazón y nos permiten permanecer en una infancia desmesurada que lo dulcifica todo.

Cualquier cosa puede ser un tesoro… y, sin embargo, para un niño la fortuna es dorada y brillante, llena de resplandores y refulgencias, aunque se encuentre guardada en una caja roma y ajada que parece más una afrenta que una algarabía. Ni tan siquiera la picaresca lacerante que lo mancilla todo consigue anular el entusiasmo de una cacería mínima, sustituyendo lo intrépido por lo tedioso: la riqueza yace enterrada en nuestro edén íntimo.

Imperfecta pero deliciosa.
antonalva
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