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Voto de Quatermain80:
7
Drama Tras salir de prisión, donde cumplió una condena por haber disparado contra un presunto amante de su esposa, el productor Walter Wanger se propuso hacer una película sobre su experiencia carcelaria. Un grupo de presidiarios se amotinan y se les une la mayoría de los presos, que toman como rehenes a numerosos guardia. Su intención es protestar contra las infrahumanas condiciones de vida que tienen que soportar. (FILMAFFINITY)
4 de octubre de 2011
10 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Seguramente la mejor película que realizó Siegel en sus inicios como director junto con "La invasión de los ladrones de cuerpos", la presente cinta nos relata un motín carcelario en el que los presos tratan de mejorar sus condiciones de reclusión.

En otras ocasiones los dramas carcelarios se centran precisamente en las penalidades y vejaciones sufridas por los presos, pero en este caso Siegel elude tal opción, prefiriendo centrarse en el desarrollo del motín y en las dinámicas internas y externas que este produce, tanto entre los reclusos como entre las autoridades; las duras condiciones no se nos muestran y sólo sabemos de ellas de modo indirecto, a través de las peticiones de los presos ("Aire para respirar, más luz para ver...", etc).

Pronto se dibujan las mencionadas dinámicas internas y externas; en ambos casos se basan en el enfrentamiento entre un sector duro y otro blando, de modo que aquéllos presos que tratan de forzar la negociación (Dunn y "El Coronel") se ven obligados a coexistir con los que apuestan por la fuerza y la violencia (Carnie). Igualmente, en el exterior, las autoridades se debaten entre la postura negociadora (protagonizada por el Alcaide) y la solución intransigente (encarnada por Haskell). Toda la carga dramática del filme reposa en esos dobles enfrentamientos, que hacen oscilar la narración entre la espera y la tensión desatada.

En cuanto a la estética, con unos toques iniciales de corte documental, es uno de los aspectos más logrados de la película, cuyos planos enfatizan la longitud y sordidez de los corredores, al tiempo que captan perfectamente la profundidad de campo, hábilmente empleada con fines dramáticos (véase el plano en el que los presos se precipitan hacia un teléfono, o un travelling que sigue a un recluso mientras corre, etc). Siegel demuestra ya su gran capacidad para rodar secuencias de acción, como queda de manifiesto en las escenas en las que los presos toman los patios, en plena furia desatada; el dominio del que hace gala el director en los movimientos de masas y en la captación de los espacios hacen de estas secuencias las más espectaculares del filme.

A todo ello se añade un correcto guión y unas estupendas interpretaciones a cargo de un gran número de secundarios, todos ellos creíbles y acertados, destacando la interpretación de Neville Brand como el recluso Dunn, líder de los amotinados y encarnación de su destino.
Quatermain80
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