Me hizo recordar al mejor Ken Loach, es decir, al que quiere a sus personajes pero no los justifica en todas las acciones cometidas, Mehdi Charef no es complaciente con su historia, es cierto que critica el racismo institucional y también social (escena del metro, donde sospechan de él porque es de piel oscura), la vida difícil en un país económicamente próspero como Francia, la prostitución desbordada y el alcoholismo; pero, también, no deja de criticar a los jóvenes, a sus jóvenes, chicos y chicas que no desean hacer el mínimo esfuerzo por mejorar, satisfechos con su condición de vagos, conformes con su statu quo, una generación que sólo piensa en el hedonismo, conseguir plata para gastarla al instante, en putas y alcohol, lo que sea, pero que sea rápido, magnifico retrato de la nueva juventud no sólo de Francia sino de todo el mundo occidental.

Los inmigrantes en Francia casi siempre sufrieron pobreza y miseria, pero eran otra generación, tenían claro sus objetivos, algunos querían trabajar o estudiar o convertirse en escritores, es decir, pasaban hambre pero eran menos dispersos.

Charef filma correctamente esta historia de jóvenes, pero creo que decae un poco al final, pierde capacidad de sorprender, el final no me gusta, y la música es muy mala, suena ese synth pop horrible de los 80, si se muestran tan hedonistas por qué ese rechazo tan radical hacia las drogas, me parece que Charef se puso un poco pudoroso con eso, no me creo esa reacción, no es una obra maestra pero tampoco es un bodrio cursi franchute.