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Estados Unidos Estados Unidos · Raccoon City
Voto de Maldito Bastardo:
8
Drama Tras divorciarse de Bill, encarcelado por pedofilia, Trish está a punto de casarse con Harvey, que será un buen padre para sus hijos. Cuando Bill sale de la cárcel, la familia deberá elegir entre el perdón y el olvido. La hermana de Trish, la angelical Joy, alejada de su degenerado marido y de su trabajo en un correccional de Nueva Jersey, va dejando una estela de escándalos a su paso. Son personajes que luchan por encontrar un lugar en ... [+]
8 de agosto de 2010
41 de 44 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con una única sala a su estreno para toda la Comunidad de Madrid vuelven a planear los fantasmas de escasa distribución que tiene Todd Solondz. Director insobornable como pocos no ha decidido tantear proyectos más comerciales con otros más autorales para poder subsistir en condiciones adversas. Ni siquiera su presencia en Venecia y el premio al mejor guión le ha valido nada más que cierta predisposición de los medios a ‘más de lo mismo’. Como si el director en sus películas fuera un mero exhibicionista que generará polémica gratuita a gusto del discreto desencanto burgue-cinéfilo. Autor independiente como pocos cada película suya supone una pequeña celebración bastarda y personal.

“La vida en tiempos de guerra” no es una continuación de “Happiness” en un sentido cinematográfico porque no comparte ni siquiera una mínima expresión generacional y sociológica. Es en sí un viaje y cuento como el de la protagonista de “Palíndromos”, donde el papel era interpretado por diferentes actrices en un juego buñueliano. O el tratado de la ficción de “Storytelling” e incluso el protagonista podría ser el consorte de Dawn, la protagonista de “Bienvenidos a la casa de muñecas”.
Posiblemente “La vida en tiempos de guerra” no sea la cinta más redonda de Solondz y no llegue a la genialidad con la que consiguió el Premio de la Crítica en Cannes, pero gana por acumulación de elementos y por ser el filme independiente más político, humano y comprometido del cine americano que ha cerrado la década pasada.

Solondz nos da pistas de su camino desde esa ‘infantil’ puesta en escena de la habitación de Timmy donde la guerra inunda su pequeña porción del universo aunque sigue patrones previos de su visión de la disfuncional familia americana. Helen sigue depresiva pese a estar ‘forrada’ de Emmys y ‘forrarse’ a Keanu Reaves y Joy sigue sembrando el fantasma del suicidio a sus pervertidas parejas. Bill sale de la cárcel y quiere conocer si sus vástagos seguirán el desequilibrado camino familiar...

Solondz usa la banda sonora como elemento disuasorio e introductorio. Contradice la imagen venidera y emocional de sus personajes. Pero más trazo y retrazo de “Happiness” aparece un discurso crítico sobre el perdón y el olvido, frunciendo un pasaje desolador que describe a la sociedad americana actual. Sin posibilidad de olvidar no cabe el perdón y menos en tiempos de guerra.
Pese a sus conceptos las secuencias de sexo pretenden horrorizar más que atraer por excitación. Los cuerpos desnudos cincuentenarios parecen ridiculizar el sexo como componente atractivo y seductor del cine americano contemporáneo. La delicadeza aquí se localiza en tulipanes estancados en planos oníricos y nebulosos, en encuentros inexistentes y recurrentes que nunca llegan a producirse. Porque el clímax dramático ha dado paso a un discurso de una sociedad en guerra condenada a ser perseguida y vivir junto a sus fantasmas.
Maldito Bastardo
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