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Estados Unidos Estados Unidos · Raccoon City
Voto de Maldito Bastardo:
7
Drama. Thriller Ilich Ramírez Sánchez, alias Carlos, es un personaje clave en la historia del terrorismo internacional de los años 70 y 80. Considerado por algunos una figura de la extrema izquierda romántica, de hecho era un mercenario oportunista que trabajaba para los servicios secretos de cualquier potencia de Oriente Medio. Además, llegó a formar, al otro lado del Telón de Acero, una organización que estuvo activa durante los últimos años de la Guerra Fría. (FILMAFFINITY) [+]
22 de abril de 2011
23 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay que entender “Carlos, le film”, por accesibilidad de metraje, como entrada interesante a un contenido y personaje que se ha tratado por otros derroteros anteriormente. La generación que se replantea su historia y pasado sigue las señales que les han llevado hasta el presente. Y es precisamente ese presente el contexto sobre el que parece escribirse toda la historia. Oliver Assayas desea transcribir e investigar, inquietarse e inquietarnos con sus descubrimientos. La historia fue escrita por otros que no eran sus protagonistas y cobra ahora un nuevo sentido y significado en un presente actual plagado de histrionismo económico-religioso y con un terrorista que rechazó rotundamente su recreación para la ficción. ¿Qué es lo que hay ahí, entonces? Olivier Assayas cuenta la historia del idealismo perdido, de la revolución castrada y condenada al terrorismo, de la delgada e invisible línea que separa el ideal del dinero, de acabar siendo un mercenario, una puta de Estados y movimientos armados bajo el trazado de varias décadas que conectan con el inicio de la nuestra.

Hay elementos contraproducentes que no pueden ser expuestos por falta de material real donde rellenar huecos: ¿Fue Carlos inicialmente un agente de la KGB? ¿Fue una víctima de las conspiraciones entre hilos que esclavizaron la lucha armada? ¿Nos encontramos ante una película que podemos enlazar desde la globalización actual por su empleo de multitud de lenguas y localizaciones? ¿Se consigue hacer una película de la retórica política a través de las enaguas del terrorismo pragmático? Sí existe esa predisposición a abordar el pasado como prisma y referente futuro (véase Steven Spielberg en “Munich”). También en retratar el idealismo que vivimos en la figura de un antihéroe para estallar en nuestra cara: su guerra se gana en una revolución como resistencia al capitalismo, aunque su romanticismo de la guerrilla globalizada se esfume como una burguesía disfrazada de retórica insurrecta. Las balas no llevan ideas cuando realmente las fabrica el mismo sistema y todo acaba siendo negocio. “Carlos, le film” precisamente interesa por la concepción del mito como mero objeto intrascendente y siempre manipulado por terceros.

Existe una descripción del personaje en su propia virilidad y cuerpo. Se mira desnudo delante de un espejo después de cometer un crimen y él mismo se excita cual Narcismo. Su dejadez, al mismo tiempo que es relegado a la ‘nevera’ de la organización, le hace agrandar barriga y perder ego. Sus problemas testiculares… su poderío como amante ambivalente con su poder de icono. Michael Mann dibujaba en “Enemigos públicos” la leyenda de John Dillinger como una estrella de rock. Assayas parece igualar méritos con delitos y crímenes. Así son las estrellas o llámenles iconos o mitos. El tiempo pone a cada ‘estrella’ en su sitio o le ‘regala’ una miniserie de la que se extrae una gran película.
Maldito Bastardo
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