Partiendo de “Freaks” (1932), pasando por “Pink Flamingos” (1972), encontrando a “Saló o 120 días de Sodoma” (1975) y el lado spanish de la cámara oculta en “To er mundo é güeno” y “To er mundo é mejo!” (1982), prácticamente acabando en “Los idiotas” (1998) y “Big Brother” (1999) y finalizando el recorrido con “Jackass, la película” (2002) y “Jackass 2: Todavía más” (2006), ha existido una evolución social y cinematográfica hacía lo censurable, la idiotez y el protagonismo del anónimo individuo a costa de (auto)ridiculizarle o que le ocurran sucesos desagradables a costa de la risa y vergüenza ajena de terceros.

El mundo propio de internet y las nuevas tecnologías sentaron las bases del acceso masivo a la plebe para verse los unos a los otros. Para abrir nuevos horizontes en eso de conseguir "los otros quince minutos de fama" sin ánimo de lucro.
Abra la lista de mensajes recibidos en su correo electrónico. Puede que vea el video de un tipo que se quema su vello púbico con una cerilla para regocijo y estupor del personal.

Ahora la pregunta del millón, ¿es el formato de Jackass el entretenimiento del Siglo XXI? La MTV siempre lo ha tenido claro: el entretenimiento básico va ligado a los niveles más bajos de lucidez, equiparable a colocar un petardo en una montaña de mierda y ver qué ocurre.

Yo encuentro esta propuesta divertida a ratos, inteligente en ninguno, aterradora en muchos y agradezco los cameos de Spike Jonze y John Waters, pero la sensación general es que “Jackass 2: Todavía más” es una de las películas más sórdidas de esta década, con efectos similares a los de “Saló o 120 días de Sodoma”.
Presenciar como un ser (por calificarlo de alguna manera universal) voluntariamente se atraviesa la cara con un anzuelo y se introduce en el mar rodeado de tiburones entra en los niveles del terror impredecible. De un desmesurado canto a lo deslucido y la locura suicida.

¿Hay otras maneras de mostrar la decadencia de nuestra sociedad? Muchas, demasiadas, tantas que “Jackass 2” es la vía directa, grosera y zafia para comprobar los síntomas de una generación americana hueca e idiota de grandes desvaríos condenada antes de nacer.
Véase también la letra de la enorme "Smells like teen spirit".

Y partiendo de los "espectáculos" del circo romano y finalizando en la televisión de "entretenimiento" actual, mi lista de películas malas que me gustan recibirá a esta nueva aberración de la cultura basura con alegría e interés sociológico (que no fílmico).