Hay que afeitarse (la entrepierna con cera hirviendo) porque toca misión y viaje a otra dimensión. Las películas fantásticas para televisión no suelen ser muy fantásticas y siempre hay pasillo. Mucho pasillo…, diría…, pero aquí también selva (aunque esté hecha de los matojos que se han depilado). El problema de las dimensiones paralelas es que son para lelas. Sí, es un chiste fácil pero todo lo que ocurre en “Ferocious Planet” es facilón. Demasiado.

El protagonista trajo la deshonra a la nación pero ahora puede resarcirse salvando a cuatro marines, cinco pedorras soplagaitas y a una científica que se autodefine la mente más lista del planeta pero les mete en un berenjenal-monumental. ¡Y encima no está buena! John Rhys-Davies es la cara conocida y por suerte para él no dura más de 15 minutos en el bodrio. Supongo que cualquier celebridad firma en el contrato una muerte rápida como acto coherente a su carrera y porque cobra lo mismo que el prota que tiene que salir 90 minutos haciendo como que actúa.
Los bichos de la dimensión paralela van desde dinosaurios tuneados en 3D a aliens con ácido. ¡Un chorreo total, vamos! Se van a un dimensión paralela que parece el Cerro de Los Ángeles en Getafe pero sin condones por el suelo. El cielo está rojo por la polución, hay esqueletos por los depredadores de la zona… y como te descuides te la clavan, cual picadero de la periferia. Parece una revisión low-cost de “Parque Jurásico III” y dicotomías que difieren entre “Contact” y chistes sobre orina y huevos en los bolsillos. El bicho-chungo-de-la-muerte, al parecer, se alimenta de la tontería que llevan consigo estos aventureros… y créanme si les digo que es mucha.

Pero lo más intrigante de todo es su final… [en el Spoiler, of course]>>>>