Hace años un amigo mío repetía una y otra vez frases inconexas y esperpénticas. Mencionaba entre otras "Me he puesto brillo de labios de kiwi sólo para ti", "¡No soy una zorra!", "¿Quieres que te pegue en el trasero? Te pego, te pego, te pego". Lo hacía en lugares públicos, acompañado de gestos escandalosos y muchas veces sin importarle hacer el ridículo más espantoso.
Cuando le preguntábamos por el origen de esa obsesión tan frki respondía que había visto unas 9 veces en menos de 48 horas "Superstar".
Pasó el tiempo y vi la película por accidente. Cuando empecé a escuchar las frases que habían permanecido ocultas en algún lugar de mi memoria, mi piloto friki se encendió. Y no se ha vuelto a apagar.
Aparte de volverla a ver 9 veces en plazo inferior a 48 horas, la adquirí en DVD e inicié una campaña radical de propaganda en el entorno laboral y personal, que incluía la repetición indiscriminada y pasional de todas las frases y momentos celebres de la película, sesiones frikis en el salón de mi casa y dejar el DVD a todo el mundo que se interesaba por el engendro.
"Superstar" en principio era un anexo del personaje televisivo que interpretaba Molly Shannon en el "Saturday Night Live", pero se transformó en una rareza, una extraña aberración que no encaja del todo ni el prototipo de comedia teen o género de parodias.
La crítica americana se encargó de vilipendiarla y la europea la ignoró. Tampoco ayudó que la película se vendiese como "la comedia más divertida desde Algo pasa con Mary". El público más que auparla se encargó de lapidarla en el olvido.
"Superstar" es la materia prima de las comedias de John Waters, Todd Solondz o Wes Anderson con toques, eso sí, de los hermanos Farrelly.
Desde un argumento mil veces visto y con personajes que van desde el estereotipo, la caricatura o la rareza más freak (¿qué hace una satánica en un colegio católico?), Mary Katherine Gallagher inicia su peculiar versión freak de OT para convertirse en una SUPERESTRELLA.
Nuestra rebobinadora favorita de películas de videoclub y su repetición aberrante y degenerante de sus secuencias favoritas encaja perfectamente en la definición de friki, de llevar hasta las últimas consecuencias la admiración enfermiza por algo, de convertir la ficción en su propia realidad.
“Superstar” habla de los sueños, de la duda existencial de ser un bicho raro e incomprendido, de lo que es ser un freak.
Las secuencias del confesionario y de los momentos románticos con el árbol son las mejores escenas cómicas e irreverentes que he visto en mucho tiempo.
¡Cuidado! ¡Su visión puede causar efectos frikis e incontrolables!