La casa de los líos es otra de las series con las que crecí. Me acuerdo que la emitían los domingos. Me tuvo enganchado varias temporadas, desinteresándome en las últimas, ya que se hacía demasiado repetitivo a lo largo del tiempo.

La serie la mantenía el gran Arturo Fernández, un niño grande para el que eso de los años y el tiempo no van con él. Arturo era la serie, el proyecto entero. Los demás pasaban por allí pero eran totalmente prescindibles. Hubiera dado igual uno que otro. No se les hecharía de menos. Si es cierto que también salieron personajes míticos que te tronchabas de risa cuando Arturo les humillaba descaradamente.

Estos eran algunos de ellos...

Pandorín, ese negrón cubano de 2 metros, al que al principio daba miedo y luego se reía de él a la maldita cara. "Pandoro, chato..."
Agnán, el jeque arabe casado con una de sus sobrinas que hacía rimas con animales hablando al que Arturo primero le defendía por tener dinero pero luego también le respetaba menos que al resto todavía.
Andresín, un pirómano casado con otra de sus sobrinas, con una larga nariz. "Narizotas, te voy a dar en la cabeza haber si dejas de quemar cosas, mamonazo".
Santi, le llamaba gualtrapa, era el novio heavy de Fifa (Patricia Vico) al que Arturo nunca le vio con buenos ojos pero al final era uno de los que más quería.
La Toñi... y sus croquetas, Arturo estaba harto de comer siempre las croquetas de la asistenta. La odiaba, solo la quería para que la planchara el traje.