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Taiwán Taiwán · Made in
Voto de elmer:
5
Bélico. Drama. Acción El sargento Tom Highway, veterano de las guerras de Vietnam y Corea, vuelve a los Estados Unidos para llevar a cabo una misión nada fácil: instruir a un grupo de novatos desmotivados e indisciplinados para convertirlos en auténticos marines. (FILMAFFINITY)
3 de noviembre de 2011
2 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si de lo que se trataba era solo de captar la atención del público a base de soltar mogollón de tacos y hacerle sonreír cada dos por tres, digamos que, en los primeros tres cuartos de hora, Eastwood consigue su propósito. Pero si también pretendía mantener esa atención durante dos horas y que al final el respetable se pudiera tomar mínimamente en serio la historia (y a juzgar por sus últimos veinticinco minutos parece que así es) el amigo Clint pincha igual a como lo hizo en “Bronco Billy” y, especialmente, a como lo haría después en “Space Cowboys”.

Las maniobras del sargento Highguay y sus frases tan cojonudas no dan para aguantar tantos minutos de película. Ni aún bebiéndose el respetable unos litros de cerveza entre amigos se hace más llevadera pasada la primera hora, y menos teniendo a alguien como Mario Van Peebles de insoportable cabecilla de la tropa, un macarra de tres al cuarto que, claro, poco a poco irá haciéndose medio coleguita del sargento.

Como dicen por ahí, Clint mola un puñao. Y es verdad, mola; lo que no mola es cuando él también lo cree, porque entonces se pasa de gracioso y solo agrada a sus incondicionales. Al final la película acaba estando al nivel de “El pelotón chiflado” o las de “Loca academia de policía” (al loro con el enfrentamiento en el barro), después del adiestramiento, las putaditas (por parte de Clint, por supuesto) y las risas, viene la misión donde los muchachos demostrarán que, aún con todo, valen mucho. ¿Es malo eso? No. ¿Es Clint Eastwood idóneo para eso? Tampoco. Otra cosa es que se le prefiera a gente como Ivan Reitman o Harold Ramis, pero de ahí a que esto sea una buena película, amiguitos, hay una diferencia.

Es lo que tuvieron los ochenta y aquel fervor por películas tipo “Albóndigas” o “Loca academia de…” que hasta alguien como Eastwood sucumbió en cierta manera a ese cine juvenil, la única diferencia es que aquí, a los capullos de turno, se los lleva a su terreno. Una gracia, sí, pero muy limitada. Lo demás, son coñas marineras.
elmer
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