A bordo de un enorme y acogedor melocotón atado a una bandada de gaviotas, como si de un globo se tratase (mmmm… ¿a qué me suena esto?), los personajes emprenderán rumbo a la ciudad de los rascacielos, topándose por el camino con tiburones metálicos y esqueléticos piratas bajo mares helados.

Era solo cuestión de tiempo que tras la aclamada “Pesadilla antes de navidad” Tim Burton y Henry Selick se volvieran a reunir. Ambos miran esta vez a Roald Dahl, para volver a ofrecer un magnífico trabajo con el stop motion, aunque esta vez se emplean a actores reales para los primeros y últimos quince minutos.
El que se utilicen actores en parte de su metraje, bien podría pensarse que pudiera restarle encanto a la película, pero bien es cierto que resultan como de descanso ante tanta parafernalia muñequil, porque aunque la calidad al respecto es muy buena, esta no necesita de tantos alardes como la peli de Jack Skeleton y por ello no resulta tan asombrosa y espectacular, algo que se quiera o no, influye en el interés por la aventura.

Lo mejor es que, empieza sin demasiadas expectativas para ir haciéndose poco a poco algo más entretenida; lo peor, que alguna de las canciones llega a resultar horrenda en su traslado al castellano. Fallo mio por no verla en versión original (privándome así de las voces de Richard Dreyfuss o Susan Sarandon).

No es ninguna maravilla, pero se las apaña para ir de menos a más.