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Voto de Archilupo:
6
Drama. Romance Casi al final de la Segunda Guerra Mundial, (1939-1945) el soldado Iván Bibic (John Savage), que ha sido prisionero de guerra, regresa a su ciudad dispuesto a reunirse con María (Nastassja Kinski), el gran amor de su vida, su musa desde la infancia. A pesar de que su padre, el señor Bibic (Robert Mitchum), intenta convencerlo de que una mujer deseada por todos no es la compañera más conveniente, su profundo amor por ella lo lleva a ... [+]
26 de noviembre de 2008
23 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
1) Habiendo escrito con Tarkovsky el guión de “Andrei Rublev” y filmado la epopeya “Siberiada”, Konchalovsky emigró de la URSS a USA para dirigir allí su sexta película, primera de la etapa americana, “Los amantes de María”, drama sentimental que sobrevuela la vida de una comunidad de inmigrantes eslavos y los pormenores de su progresiva adaptación a Pennsylvania.

2) Habría que decir más bien “Los enamorados de María”. Son de cuatro tipos:

-COMÚN. Y zafio (V. Spano). De aire latino, enseguida le salen cuernos o los pone, y levanta la voz.
-DONJUÁN. Y aprovechado (K. Carradine). Pícaro que va de pueblo en pueblo con su guitarra, cantando a las mañanas.
-PLATÓNICO. E impotente (J. Savage). Sólo con ese amor lo es, de tanto soñarlo y desearlo.
-VETERANO. Y adorador. Un venerable Mitchum, con su soberana cachaza.

Como María, Nastassja Kinski no hace una interpretación sobresaliente pero el esplendor de su belleza juvenil, en rebosante apogeo (minuciosamente captado por el objetivo, que es el quinto enamorado), ilumina buena parte del film. El mérito fotográfico es de Ruiz Anchía.

3) Konchalovsky está lejos del Volga. Pero encuentra un otero desde el que tomar los meandros de un río lento. Y una iglesia ortodoxa, con cúpulas bizantinas. Es también eslavo el ritmo de la narración, que se demora todo el tiempo del mundo, deteniéndose en el paisaje y en los silencios; en lo que evocadoramente dicen los semblantes y no los gritos.

4) Una objeción a oponer: la deficiente representación de la impotencia, hoy disfunción eréctil. Una inoportuna flaccidez durante unos segundos eternos dicta sentencia de impotencia, de una vez y para siempre, o casi. Mejor lo hubiera tan sólo sugerido Konchalovsky, y dibujado el problema más en lo anímico.

(Y un momento a disfrutar: el glorioso ‘uppercut’ que corta en seco una canción y da paso a la tarde.)
Archilupo
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