Varias personas reunidas en una casa de campo se cuentan cinco historias de fantasmas y aparecidos. Fumando y bebiendo junto a la chimenea, se dan escalofríos. Un psicoanalista orondo intenta, entre cuento y cuento, con explicaciones reduccionistas, bajar a tierra el ambiente.
Cuando le llega el turno a cada narrador, la cámara se le acerca, y se adentra mediante un fundido en el sugestivo universo del correspondiente relato: sueños premonitorios, muertos vivientes, espejos que comunican con el otro mundo, espíritus que regresan...
Los cinco relatos se basan en piezas literarias (una de ellas, de H.G.Wells) y los dirigen cuatro cineastas. Destacan los dos de Cavalcanti, en especial el del muñeco de ventrílocuo que se rebela. Es el dotado de más fuerza espeluznante y ha quedado como insignia del film.
Se puede objetar la sobrecarga de diálogos, también lo estático del ritmo.
Se puede objetar igualmente el carácter doméstico y ahorrativo del sello Ealing: en el formato de película fantástica de episodios hay producciones posteriores más sofisticadas y brillantes.
Pero "Al morir la noche" tiene la energía rompedora y original de lo pionero.
Tiene, además, un giro soberbio que engloba en lo ficticio el conjunto de episodios: no es mero agregado de piezas sino sólida estructura.
Y tiene todavía otro sorprendente giro que gana para esta película, aun con sus carencias, la condición de obra maestra.
Es de las que se recuerdan...