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Voto de Archilupo:
9
Drama El Jaibo es un adolescente que escapa de un correccional y se reúne en el barrio con sus amigos. Unos días después, el Jaibo mata, en presencia de su amigo Pedro, al muchacho que supuestamente tuvo la culpa de que lo enviaran al reformatorio. A partir de entonces, los destinos de Pedro y el Jaibo estarán trágicamente unidos. (FILMAFFINITY)
26 de diciembre de 2008
143 de 147 usuarios han encontrado esta crítica útil
1) Buñuel opinaba que una película debe comunicar indirectamente que vivimos en un mundo “brutal, hipócrita e injusto”. Y no mediante tesis abstractas sino con imágenes contundentes que revelan al espectador la injusticia y le niegan el consuelo imaginario: la infelicidad continúa en el sueño, que no es la válvula surrealista a mundos paralelos. Buñuel va también más allá de un planteamiento neorrealista como el de “El limpiabotas”, carente de discurso sobre lo interior y lo irracional. Integrando sueños, visiones y alucinaciones, amplía y desborda ese planteamiento, atravesándolo con hilos subliminales y envolviéndolo en dura poesía.
Tragedia afrontada con despiadada lucidez y sin compasión, la tenebrosa música de R. Halffter ya anticipa el tono desde los créditos.
Mientras desfilan panorámicas de Nueva York, París, Londres y al final México DF, una voz neutra advierte que se contarán hechos de la vida real, protagonizados por personajes auténticos, y que la película deja a las fuerzas progresistas de la sociedad la solución del problema expuesto.

Durante meses, con ropas viejas, en compañía de Alcoriza y del fotógrafo Fitzgerald, Buñuel exploró los míseros arrabales del DF. Ranchitos de madera y casas desmoronadas.

2) Cuando el delincuente juvenil Jaibo sale del correccional, reasume el liderazgo de la pandilla callejera para ejecutar venganzas, robos y crueles palizas, sin respetar a tullidos ni a ciegos.
Entre los pandilleros, el niño Pedro es repudiado por su madre, quien lo tuvo a los 14 años, antes de ser abandonada por el marido. Pedro tiene que robar en su propia casa la comida que se le niega. Suplicante, dice a su madre una frase tremenda:
—¡Quiero portarme bien, pero no sé cómo!
La madre, el principal personaje de la película para Buñuel, se desentiende del hijo, indiferente a la nulidad de la bienintencionada institución donde piensa entregarlo, dejándolo sin escapatoria ante el destino.
—¡Castíguenlo hasta que escarmiente!

3) Buñuel no tuvo toda la libertad requerida por su inventiva (detalles como la orquesta de cien músicos tocando en un edificio en obras o los chabolistas con chistera fueron suprimidos), pero se dedicó a un uso reiterado de las gallinas, que aparecen a todas horas. No falta el sello fetichista (la leche de burra en los muslos de la adolescente, las mujeres lavándose las piernas), ni el magistral sueño en que a Pedro le ofrece la madre un trozo de carne, una víscera, o la no menos magistral escena muda del pederasta, a través de un escaparate, con ecos expresionistas.

4) El indio “Ojitos” es olvidado por su padre, Pedro es olvidado por su madre, ésta por el marido, y todos por la sociedad.

El film rezuma cruel fatalidad, destino trágico que todo lo tuerce y arruina. Bien y Mal conducen al agujero negro de la muerte, anunciada por un perro sarnoso.

El espectador no se libra: el huevo estrellado contra su ojo, la lente de la cámara, le impide agresivamente la neutralidad contemplativa.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Archilupo
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