Dos soldados, un hombre y una mujer, pertenecientes a bandos distintos, se encuentran en medio de una ciudad devastada por la guerra.

La tercera temporada se estrenó con esta encantadora historia de amor entre seres solitarios en un futuro post-apocalíptico. El fantasma de la Guerra Fría ya había sobrevolado la serie en otras ocasiones, y también se habían examinado los posibles efectos catastróficos de una lucha entre las dos superpotencias, como en el maravilloso episodio “Third from the Sun” de la primera temporada. Aquí de nuevo percibimos un antimilitarismo fehaciente y una apuesta por la concordia entre los pueblos.

Charles Bronson y Elizabeth Montgomery protagonizan un capítulo sin apenas diálogos, confiado al peso de las imágenes, acerca de dos almas heridas en busca de un nuevo amanecer. Bronson está genial en su papel de hombre rudo con buen corazón, mientras que el personaje femenino resulta algo débil, creo. El guion y la dirección se deben a Montgomery Pittman, caso único en “The Twilight Zone” de escritor que dirigió varios de sus guiones.

“Ya no hay razón para que sigamos luchando. Ya no quedan ejércitos, sólo harapos de colores que un día fueron uniformes, como los que llevamos nosotros. Ya no hay gobiernos, fronteras o causas nobles. Ya no quedan razones para luchar”.