Por razones que no se desvelan, la Tierra ha salido de su órbita y se acerca peligrosamente al Sol. Dos mujeres, las únicas residentes de un edificio de apartamentos, tratan de sobrevivir a las cada vez más altas temperaturas.

La serie suele alcanzar la excelencia cuando se desliga de intenciones morales y se presta únicamente a contarnos una buena historia. En mitad de un ambiente apocalíptico, donde reina el caos y la desesperación, observamos el drama de dos personajes, presas de dudas y miedos, testigos de la destrucción de su mundo. El episodio acierta a transmitirnos el pánico ante una realidad que se desvanece y deja paso a la incertidumbre. Nos da tiempo a empatizar con esas vecinas, a sentir su desolación, a figurarnos su soledad entre las paredes de sus casas, su recelo a salir afuera, su combate contra las temperaturas; nos fuerza a experimentar el tranquilo horror que se fragua en los corazones cuando el fin inevitable se aproxima.

El capítulo cuenta con las destacables interpretaciones de Lois Nettleton y Betty Garde. Dirige con oficio Anton Leader, partiendo de uno de los mejores guiones de un Serling que, aunque a esta altura se declaraba agotado y falto de ideas, aún era capaz de deslumbrar a los espectadores.