Un timador posee la habilidad de cambiar su rostro. Nos encontramos ante la típica ficción noir sobre malhechores atrapados por el fatal destino, a la que se añade con pasmosa naturalidad un aspecto fantástico. Quizá lo más reseñable sea precisamente eso, la facilidad para mezclar la ciencia ficción con una historia mil veces vista.

El episodio reproduce los ambientes del cine negro: música de jazz, sombras y luces de neón, tipos duros y mujeres hermosas, whiskey y cigarrillos. También los diálogos son propios de este género:

- Johnny, ¿eres un fantasma?
- Sí, claro, un fantasma. Me he acercado a ver mi funeral. A leer las esquelas.
- Tengo una habitación llena de lágrimas. (…) Mi repertorio se ha vuelto muy limitado. Sólo blues. Sólo canciones tristes para piano y bourbon.