A las 12:00, tras un café y un reencuentro con un conocido, volvimos al Calderón para una doble sesión de la Sección Oficial. En primer lugar, se proyectó el cortometraje de animación francés Cadavre exquis. Un perro tuerto camina sólo por las calles de Hanoi. Sólo desea comer, y los elementos que le rodean se comportan con él de manera hostil, pero todo cambiará cuando se haga un fiel amigo: un perro asado. Una oda visual inquietante, tan sugerente como perturbadora, que anima por rotoscopia, dibujando encima de personajes y escenarios reales. Un relato de densa y húmeda atmósfera que llama nuestra atención por estar narrado desde la perspectiva de un perro, viendo los objetos como él los interpreta. Un dispositivo rompedor que irrumpe en momentos visuales aleatorios, por culpa de un guión poco definido. Pese a un todo, un harto interesante cortometraje.