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Voto de Máximo Pablo:
10
Drama Basada en una novela de Boris Vasiliev, narra la historia de un grupo de alumnos de un instituto de un pequeño pueblo de la Unión Soviética en 1940, un año antes de que las tropas alemanas invadieran el país... (FILMAFFINITY)
14 de marzo de 2010
23 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta magnífica película dedicada al pintor ruso Sergey Vasilyevich Gerasimov (1885–1964) no le dejará indiferente.

Hablando de pintura, la factura de esta cinta es como la del pincel de Ingres, que no deja huella, que muestra la historia del novelista Boris Vasilyev de una manera fresca y traslúcida, sin que ningún efectismo se interponga. De hecho, llega un momento en que la cámara desaparece para dar paso a una historia emotiva que es, sobre todo, una crítica del estalinismo.

El director, Yuri Kara, que sabe ralentizar el tempo para acentuar momentos dramáticos sin caer en la sensiblería, nos conduce brillantemente a un desenlace en el que las distintas posturas se reencuentran en el comienzo de la “Gran Guerra Patria”, que es como llamaron los soviéticos a la agresión nazi, a la Segunda Guerra Mundial.

La imposición de cualquier ideología a través del miedo conduce a terrenos pantanosos donde las consecuencias de su aplicación pueden ser trágicas. Entonces, los súbditos se vuelven más radicales que sus popes ideológicos, "más papistas que el Papa".

No podemos olvidar, sin embargo, que Stalin convirtió a la Unión Soviética, que sucedió a un estado feudal atrasado, en una auténtica potencia mundial, con un crecimiento descomunal, en el que sus ciudadanos disfrutaron de unos derechos fundamentales completos gratuitos, como la educación, la salud y la vivienda. El fallo del estalinismo fue no dejar un espacio para la discrepancia. La desestalinización condujo a la Unión Soviética a un Estado más burocrático que socialista.

Un Estado Burocrático que vendió un país avanzado, al liberalismo salvaje, por un par de pantalones vaqueros y unas cocacolas.

Zavtra byla voyna (Mañana fue la Guerra), es un film muy recomendable premiado con la Espiga de Oro a la Mejor película en la Seminci de 1987.
Máximo Pablo
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