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España España · Ferrol
Voto de Sahar:
7
Drama William y Madeleine, un viejo matrimonio que vive apaciblemente, siguen enamorados y ninguno de ellos ha sido nunca infiel al otro. Como él acaba de prejubilarse y su única hija se va a estudiar a Italia, les sobra tiempo. Durante un paseo por las colinas, Madeleine coloca el caballete en un prado para pintar una puesta de sol. Allí conoce a Adán, el alcalde del pueblo, un hombre culto y ciego, que le muestra una casa del prado que está ... [+]
25 de octubre de 2006
11 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Por fin ha salido en alquiler esta peli francesa sobre el intercambio de parejas.

Aunque me la imaginaba “más comedia”, me ha gustado bastante: es sutil y evita los subrayados escabrosos (ay, si la dirigiese Aranda o Bigas Luna...), es completamente amoral, por mucho que se haga una leve referencia al pecado mediante los nombres de la pareja tentadora (no por casualidad llamados “Adán y Eva”), no hay remordimiento por parte de la madura pareja protagonista (Sabine Azéma y Daniel Auteuil) al lanzarse al intercambio de parejas...
Tampoco se justifica esa peculiar situación: no se ve que la pareja madura esté especialmente desgastada o insatisfecha, ni que hayan perdido la ilusión (sobre todo ella), ni que estén especialmente necesitados de algo que les dé marcha. Se les ve bien, vaya. Por eso sorprende y choca la historia. Y seguramente sea así como sobrevienen esas cosas: surge, apetece, y se hace. Sin más.
Además sirve cualquiera: primero parece que tienen “un algo” especial con esa otra pareja, pero es sólo un espejismo, porque en cuanto aparecen otros… nada, nada: Sodoma y Gomorra…

Muy acertadas las localizaciones campestres, como si la tentación surgiese en un paraíso terrenal.
Muy buena la fotografía: dura, poco luminosa, ayudando así a conferir seriedad a un tema que fácilmente podría desembocar en el cachondeo más burdo.

Tenía mis dudas sobre cómo funcionaría el tándem Sabine Azema-Daniel Auteuil, al tener ella tanta vitalidad y él tanta sobriedad… y la verdad es que se acoplan a la perfección: ella rebaja un pelín su delicioso desparpajo y él sube un peldaño en expresividad gestual, con lo cual quedan ambos nivelados.
Francamente, creí que Auteuil quedaría completamente anulado e imperceptible ante el huracán Azéma, pero no: se ve que a ella la han contenido un poco mientras que a él lo han espoleado para que espabile.
Sahar
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