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Documental Aclamado documental (ganador de un Oscar) que relata con detalle la historia de una violenta huelga que los mineros de Brookside, Kentucky, mantuvieron contra la compañía minera Eastover. (FILMAFFINITY)
14 de noviembre de 2010
15 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Este documental asociado mitad al cinema verité, mitad al documental de observación, que gustará, sobre todo, a los más politizados o a los que quien mejorar su nivel de inglés, fue añadido al registro nacional de películas de la Biblioteca Nacional del Congreso de EE.UU. un año después de su puesta en marcha y presenta similares líneas argumentales con el clásico La sal de la tierra (1954) de Biberman, aunque menos con Quebracho (1974) de Wullicher o Infierno negro (1935) de Curtiz.
La dos veces oscarizada B. Kopple (por esta cinta, en 1976, y por la más suavizada American Dream, en 1990, acerca de la huelga de los trabajadores de la industria cárnica en Minnesota) tardó 3 años en rodarlo y un año más en montarlo, centrándose, ante todo, en los 13 meses de huelga de los mineros en lucha por su derecho a sindicarse y obtener mejores condiciones de seguridad, salariales, sociales, de vivienda y sanitarias. El documental surgió inicialmente del interés de Kopple en investigar las corrupciones del sindicato de mineros del carbón de Norteamérica (UMWA) bajo el mandato de Boyle y el asesinato de su rival Yablonski en 1969 pero, en verano de 1973, la huelga de los mineros de la empresa Duke Power en Harlan County (Kentucky), de larga tradición minera y reivindicativa, ninguneada por el sindicato del que trataban de unirse y democratizar (rechazado por la empresa) hizo que su idea original se centrase en la lucha de los mineros como actor social y cinematográfico.
El documental da voz a los protagonistas del conflicto, añadiendo también música country (bluegrass, cómo la cantautora H. Dickens) sin implicarse directamente en su desarrollo aunque se muestra partidario de la lucha de los trabajadores y crítico con el sindicato y la empresa, observando también la parcialidad prosistema del sistema judicial y policial. Además, ofrece algunos datos como los 78 mineros que murieron atrapados en las minas en 1968, la alta incidencia de la neumoconiosis de los carboneros o que el coste de la vida se incrementó un 7%, los salarios un 4% y los beneficios de la empresa un 170% en 1975.
Durante la huelga la empresa contrató trabajadores no sindicados y la tensión entre los piquetes y los capataces de la empresa fue subiendo hasta el punto que un minero huelguista, L. Jones, fuese asesinado a tiros. A lo largo de este recorrido de lucha se reflejan las reuniones de los trabajadores, las ruedas de prensa, sus actos de protesta, pero también refleja el miedo ante los pistoleros (en el documental aparece el capataz B. Collins, pistola en mano, apuntando al cámara y a los huelguistas; hasta el punto que el equipo de rodaje fuera una noche amedrentado con disparos aunque, probablemente, las cámaras salvaran a más de un huelguista de algún tiroteo). También presenta la lucha de las mujeres, muchas de las ellas familiares de los mineros, como clave para mantener viva la lucha, entre las que destaca Reese o la activista Scott con su pistola guardada en el escote.
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