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Voto de Ghibliano:
10
7,0
3.086
Animación El corto muestra a los habitantes de un antiguo molino abandonado mientras se preparan para la noche y la tormenta que se aproxima. 68º de los 75 cortos que forman las Silly Symphonies de Disney. (FILMAFFINITY)
2 de octubre de 2012
18 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
"El viejo molino" es, en principio, uno más de los 75 cortometrajes que formaron parte de una larga serie que se extendió durante diez años, las Silly Symphonies, pequeñas historias o escenas con un denominador común en el uso de la música, de estructura variada y utilizadas como instrumento para la experimentación y consolidación del estilo Disney.

Lo que hace especial a este cortometraje, y una rareza en Disney, es su enfoque documental. Los animales que aparecen aquí no están apenas personificados. Sí tienen rasgos de personalidad que definiríamos como humanizados, pero están plenamente integrados en su interacción con la naturaleza. No es el primer corto de las Silly Symphonies en el que no aparece una trama al uso y la historia se centra en capturar un momento concreto, pero sí es el primero en la que los "personajes" no se exhiben. No siguen unas directrices determinadas en su forma de actuar, no se ponen a bailar en una coreografía perfectamente milimetrada, simplemente la "cámara" está ahí capturando ese instante de su vida, sin que se den cuenta. Transmite una sensación de naturalidad que no se encuentra en el resto de la serie.

Otro de los motivos que hacen único a "El viejo molino" en su contexto es el tema de fondo. Creo que no es ninguna casualidad que los animales se encuentren en un molino abandonado en vez de una cueva, o un bosque. Porque además de reflejar un instante en su vida también le da una dimensión temporal más amplia. Es imposible no retrotraerse al momento en el que este molino estaba en funcionamiento y había presencia humana en él. En mi opinión, es una metáfora melancólica sobre la continuidad de la vida, que pone de manifiesto las dificultades que tenemos para asumir que el mundo seguirá girando cuando hayamos muerto o desaparecido.

Más allá de este subtexto que forma parte de mi impresión subjetiva, y que no todo el mundo tiene por qué ver así, lo que es innegable es que este corto es una visión de la naturaleza con un alto componente de énfasis emocional. Un suceso tan cotidiano como una tormenta se convierte en una sinfonía intensísima, dando forma a un monumental ejercicio de expresión estética, un poema impresionista animado.

Como amante de la animación, siento una predilección especial por este cortometraje. Tal vez por su sencillez expositiva, no es un alarde tremendo de imaginación, ni siquiera de agilidad en la creación de escenas y personajes, no trata una historia elaborada, pero no deja de ser un monumento a la expresión emocional muy difícil de superar, tomando como únicos elementos clave la luz, el movimiento y la creación de escenarios con música de fondo. Tan majestuoso y elaborado como sencillo y esencial. Es no sólo mi obra favorita de Disney, sino mi cortometraje de animación favorito, y dudo que alguna vez sea superado. Lo he revisado una y otra vez y siempre, no importa cuánto lo vea, acabo de nuevo sobrecogido con su bellísimo plano final.
Ghibliano
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